Cuentos para
entretener 9
Esa mañana después de haber desayunado con café con
leche, pan dulce y queso blanco de cincho blandito, me dice mi papá: Ya nos
vamos a comprar el pregonero... Salimos y enrumbamos por el camino que conduce
a donde queda el palacio de gobierno, ahí llegamos y seguimos caminando cuando
miramos que a una cuadra del palacio de los Barbarito, en la plaza estaba un
grupo de gente y se veía una estatua pedestre cubierta por una tela, mi papá
pregunta a alguien de qué se trataba tal reunión y este le responde que iban a develar la estatua
del general José Antonio Páez; al rato llegó la comitiva que acompañaba al
gobernador del Estado Apure, comenzaron los actos protocolares, habló el
gobernador y después procedieron a develar la estatua, no recuerdo ni una
palabra de las dichas por el gobernador; después de comprar el periódico nos
dirigimos a casa, y en el trayecto mi papá me contó de cuando se dio la batalla
de Carabobo, en aquella mañana del 24 de junio de 1.821, estrategia concebida
por el Libertador Simón Bolívar, y de cómo apenas había comenzado la batalla,
fue herido de muerte el teniente Pedro Camejo, conocido como Negro Primero, y
según se cuenta, este va en veloz carrera y el general Páez le grita: ¿Por qué
huyes, negro cobarde..? Y este le responde: No huyo, Taita, vengo a decirle
adiós, porque estoy muerto..., y cae del caballo, ya muerto... Releo la Autobiografía..., escrita por José
Antonio Páez, firmada por él en Nueva York el 19 de abril de 1.867, Editorial Bedout S. A. (1.973), Medellín;
Colombia; a partir de la página 213 leemos: Los oficiales de mi estado mayor
que murieron en esta acción de la mañana del 24 de junio de 1.821, en la sabana
de Carabobo fueron: coronel Ignacio Meleán, Manuel Arraiz, capitán Juan Bruno,
teniente Pedro Camejo (a) Negro Primero, teniente José María Olivera y teniente
Nicolás Arias. Entre todos con más cariño recuerdo a Camejo, esclavo un tiempo,
después de la acción del Yagual, admitíle en mis filas y siempre a mi lado fue
para mí preciosa adquisición. Tales pruebas de valor dio en todos los reñidos
encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le dieron el
título de Negro Primero. Continuó a mi servicio distinguiéndose siempre en
todas las acciones más notables, y su nombre aparece entre los héroes de las
Queseras del Medio. El día de la batalla de Carabobo, a los primeros tiros, cayó
herido mortalmente, y tal noticia produjo después un profundo dolor en todo el
ejército. Bolívar cuando lo supo, la consideró una desgracia y se lamentaba de
que no le hubiese sido dado presentar en Caracas a aquel hombre que llamaba sin
igual en la sencillez, y sobre todo, admirable en el estilo peculiar en que
expresaba sus ideas... Si aquel gesto de despedida de Negro Primero antes de
morir fue cierto, no lo sabemos, en estas líneas de elogio de Páez no hace
referencia de tal cosa; si fue cierto, bien para nuestra magna historia patria,
y si no, no desmintamos tal leyenda de heroicidad...
Adelfo
Morillo
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