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jueves, 24 de marzo de 2016

Tras de una vida sencilla 69

Tras de una vida sencilla                 69

Con gusto y amor

Y ahora ¿qué vas a hacer?
Me voy a Mérida
Y desde cuando salí de casa todo empezó a ser nuevo para mí,
a cada rato gente que nunca había visto;                
mientras los tres esperábamos en el terminal en Caracas,
ya habíamos comprado el pasaje en Expresos Mérida,
también compramos cada uno un suéter de lana,
ahí mismo en una tienda del terminal;
también compramos unos discos cuarenta y cinco
y seguimos esperando hasta las siete,
a esa hora nos dijeron que llegaba el bus;
y a lo largo del viaje no olvido la parada en el páramo,
hacía frío, compramos chocolate caliente en taza,
y seguimos, ya amanecía, allá lejitos, más allá de la carretera,
miraba cómo serpenteaba el río,
entre piedras y peñascos, el agua se batía,
y miraba cómo el agua hacía espuma blanquita,
como leche recién ordeñada en totumas,
leche tibiecita y esta agua seguro muy fría;
todo se presentaba nuevo para mí,
de allá arriba, de la montaña bajan unos hilitos de agua,
y poco a poco se van anchando,
y se vuelven ríos entre piedras y peñascos,
me quedo mirando y de pronto algún pez salta,
un campesino de estos páramos viaja a mi lado
y me dice Esa es una trucha, por aquí las pescamos
Y me sorprende la forma de hablar de este paramero,
me suena extraño su cantadito,
diferente al cantadito de los campesinos llaneros,
y es muy educado, cuando habla,
yo le digo que vengo de los llanos del Guárico,
le converso que el Guárico es un río,
muy diferente a este río andino,
y me dice que una vez estuvo por Apure,
y que ese sí es un río para tenerle miedo,
que él lo miró en un mes de agosto,
y que en esos días llovió mucho, muchísimo,
pero que solo estuvo unos díez días,
cuando andaba acompañando a un amigo de Apure…
Y llegamos a Mérida, llovía,
ubicamos residencia, luego salimos,
compramos camas, sábanas y cobijas;
era finales de abril y cada día llovía,
amanecíamos arropados  y ahí nos quedábamos acostados,
casi hasta el mediodía, cuando salíamos para ir al comedor,
habíamos comprado una pelota de baloncesto,
y nos íbamos driblando el balón por las calles en pendiente,
y las clases nos comenzaron en julio,
y a este mes nos dimos más vacaciones, y seguían las lluvias,
y no nos cansábamos de admirar tantas chicas,
unas tan diferentes a otras, llegadas de distintas partes del país,
y ahora pasado buen tiempo, desde este espacio llanero,
escribo momentos ya vividos, los canto sin nostalgia,
con recuerdos gratos de esos tiempos necesarios,
sigo leyendo en un aprendizaje continuo,
escribo en el blog, voy a la Universidad,
me planto frente a estudiantes de Historia o de Educación,
también frente a maestros y profesores
o ante estudiantes de la Especialidad de Lengua,
y siempre intento presentar mi mejor actitud,
con respeto ante todo y por todos y con gusto y amor…

Adelfo Morillo