Tarde de perros
Aquí es muy común encontrar perros en la
calle… Hoy me fui a caminar mi rutina de setenta minutos en la tarde, y cuando
había andado unos doscientos metros, estaba un perro suelto en la acera, quiso acercárseme,
pero me paré y con fuerte hice que desistiera de acercárseme, más adelante me
conseguí con Aquino, nos emparejamos a caminar y cuando nos separamos, yo seguí
solo mi regreso, y frente al liceo Humboldt venían dos perros, uno se agachó a
orinar, abrió las patas traseras y orinó sobre la acera, y el otro lamió los
meados, después este hizo lo mismo, orinó y el otro lamió los meados, yo no
hice asco, solo miré y me dio risa…
Hay situaciones que por imprevistas nos
sorprenden, y es que más adelante, iba una señora con un perro, lo llevaba con
una cadena, pero de pronto el perro dio un tirón y se soltó de la mano de su
dueña, y el condenado perro empezó a correr detrás de un hombre, y la dueña le
decía déjalo sin bolas, y el hombre
superó el record de los cien metros planos, y saltó sobre una cerca de una
casa, y jadeante miraba al perro, ahí la dueña llegó hasta donde estaba el
perro, y lo sujetó con más fuerza, y lo regañaba como si se tratara de un ser
racional, el perro bajó las orejas, entrecerró los ojos y se echó en la acera,
yo me acerqué a la señora, y le pregunté ¿usted
por qué le decía al perro que dejara a
ese señor sin bolas?, o, ¿es que acaso
ese hombre es enemigo suyo?, y me dijo no,
lo que pasa es que a este perro lo mandé
a capar, y a partir de ese momento lo empecé a llamar sin bolas, ese es el
nombre de él, pero cuando me di cuenta de que el señor creía que yo le estaba
dando esa orden al perro, dejé de llamarlo, y ya no sabía, si sentarme a llorar
o a reír…
Yo en esta tarde de perros tuve mis miedos,
pero después que la señora me contó acerca de la capada del perro, me llegué
hasta el carro, me vine manejando hasta la casa y todavía no dejó de reír…