XIII Congreso de Cronistas e Historiadores
de Venezuela en la Villa de Todos los Santos de Calabozo
Homenaje al Sesquicentenario del
natalicio del poeta Francisco Lazo Martí, y a la escritora guariqueña Elisa
Pineda de Belisario
Elisa Pineda de Belisario
Adelfo
Morillo
calabozotierradedios.blogspot.com
Villa
de Todos los Santos de Calabozo, 2019
En el quehacer de los seres racionales,
hombres y mujeres, nada es más cotidiano que la respiración y la palabra
hablada; entre los pueblos se dice que uno de los más habladores son los
griegos; en el mundo de la cultura griega, el filósofo griego Platón, ateniense
hacia 428 a. C., discípulo de Sócrates, y maestro de Aristóteles; quizás fue el
primero en escribir Diálogos, y en
tres de ellos Lisis, Simposion, Banquete,
y Fedro trata el tema del eros,
afecto, atracción por la belleza física, aspecto fundamental de la filosofía de
Platón… Estas palabras iniciales vienen a cuento porque en este Congreso de 2019 se le rinde homenaje a la
escritora llanera Elisa Pineda, y al Sesquicentenario del natalicio del poeta
del llano Francisco Lazo Martí.
Desde siempre la belleza natural y la
creada ha existido y cada día debemos ser más el número de hombres y mujeres seguidores
y amantes de la belleza, y dentro de la belleza espiritual es pertinente
señalar el nombre de Marta Cantavella, profesora emérita, a Dedicación
Exclusiva del Área Ciencias de la Salud de la Universidad Rómulo Gallegos; y es
dos veces pertinente en este momento, porque ahora quiero rendir homenaje al hacer
de la escritura, que como escribe Julio Cortázar, en el libro Clases de Literatura, Para escribir solo hace falta hacer uso de
las letras del alfabeto y saber combinarlas en distintas formas…; y este es
el caso de Elisa Pineda, cuando escribe el prólogo del libro Ética y Excelencia
en la medicina Hipocrática…, escrito por
Marta Cantavella, editado por la Universidad Rómulo Gallegos, en su primera edición
de marzo de 1990 en San Juan de los Morros; el prólogo lo transcribo del libro que me regaló la
autora con la dedicatoria Para el
Profesor Adelfo Morillo colega en buenos y malos momentos, junio 1999; esa
tarde ya haciéndose de noche dialogábamos Marta Cantavella y yo, y al final el
donativo del libro con dedicatoria y autógrafo; con Elisa Pineda dialogué
varias veces en actos literarios o de homenaje a su labor de oficiante de
escritura; y este prólogo escrito por Elisa Pineda de Belisario al libro de
Marta Cantavella tiene esencia de diálogo platónico
En literatura hay obras que alcanzan la
excelencia mediante el ahorro draconiano de su dimensión sin sacrificio del
discurrir fluido, sin pérdida de la ilación
por mutilaciones al texto, sin fractura en la estructuración del pensamiento.
Percibimos que hay más, el conocimiento, ejercicio y dominio del elemento
determinante de la obra escrita, escanciados estos en la elaboración del
concepto para el logro de la síntesis expresiva. Percibimos que la inquisición previa
de la adhesión a principios y credos por sustentarse, la serenidad en el
juicio, la reflexión en los postulados, revelan la plenitud de conciencia del
escritor para la admonición o advertencia y el consejo, doblándose la
integridad del autor con la integralidad del servicio a cumplir para, en un
todo, alcanzar la perdurabilidad.
Es nuestro juicio acerca de Ética
y Excelencia en la Medicina Hipocrática de la Doctora Marta Cantavella. Se trata de
un trabajo que llama a ser comentado con prescindencia del asombro que causa su
autoría por una profesional que, si bien sabemos muy estudiosa y de cuidadoso
estilo castellano, está permanentemente ocupada en sus compromisos
profesionales y académicos. Recurramos a interpretarlo como una acción refleja
en su condición de docente médico con sentido transcendente de enseñar
formando, como se desprende de la mención que en la referida obra de la
traducción, entre otras de la palabra griega Xingrape: compromiso a futuro con
los miembros de una hermandad unidos por vínculos sagrados.
Repetidamente observamos como Cantavella,
paralelamente con la investigación médica hipocrática, nutre su tratado con
multiplicidad de otras investigaciones al punto que en el Capítulo 1 –por ejemplo-
nos retrotrae a la remota mitología griega cuando Zeus con su poderoso rayo
fulmina a su nieto Asclepio, hijo de Apolo, convirtiéndolo en la constelación
de la Serpiente, asunto estrechamente vinculado, probablemente antes de los
tiempos de Homero, con una serie de mitos relacionados con el caduceo, símbolo de
Asclepio, hoy también en la ciencia médica, que luce en sus manos la estatua de
Hermes.
Con imperceptible ilación se nos ilustra
al paso de los siglos, de los haceres de los Siete sabios de Grecia, y de la
órbita de Hipócrates, sus predecesores y seguidores con una máxima como esta de
la Demokratia de tan útil cultivo en las democracias del siglo XX; Igualdad de derecho, igualdad en las partes, igualdad
para hablar y mandar.
El libro, organizado en Capítulos,
guarda concatenación desde los tiempos arcaicos de la medicina basada en el
orden natural hasta el Código de Nuremberg y la Declaración de Helsinki,
fundamentos del ejercicio médico en las décadas finales del siglo XX.
En el transcurso de la obra se yergue gradualmente
la figura de Hipócrates, Padre de la medicina, pero a la par, objetivamente, se
dibujan las figuras pre y pos hipocráticas que desde los inicios mesopotámicos, al mito asclepiano, desde la época de oro de
la Magna Grecia, a la mixtura helénica oriental de Alejandro, y desde el
Renacimiento que accedió a desentornar las puertas del griego y del latín y a
abrir al mundo todo el arte, la filosofía, y la ciencia que asumió la Hélade,
desde los advenimientos a favor de la salud y la prevención de enfermedades de
hace poco más de un siglo, hasta los veloces, asombrosos avances de finales del
segundo milenio han venido alumbrando el camino de la ciencia médica, pero se
hace necesario reconocer que, vuelta de lo atávico, lo supersticioso, lo
socializado, lo racional, lo filosófico, lo dogmático, lo científico, para el
tercer milenio la Medicina tiene planteadas las definiciones más trascendentales
de su historia en relación con el poder que la ciencia y la tecnología le han conferido
y le seguirán confiriendo.
Los capítulos centrales tratan
los diversos aspectos de la medicina hipocrática, con vocabulario adaptado al
profano se penetra en el proceso evolutivo de esta ciencia, se trata sin
embargo asuntos de la misma con ausencia total de prejuicio, predomina la
seriedad, la sencillez, la equidad, la fidelidad al tratamiento profesional
correspondiente al tema. Corpus Hipocraticum (Capítulo III) revela la
grandiosidad de este, resistente al paso del tiempo, encontramos en el
postulado que teníamos por novísimos y sonreímos antes prácticas tradicionales
que creíamos de invención doméstica.
El juramento Hipocrático, inserto en el
libro aparece prolijamente examinado, desde la versión original constituye una
pieza de humildad, devoción, ética y consagración que aun viéndolo dentro del rígido
contexto clasista de su tiempo, trasciende los siglos. La ética está en todo el
Juramento como eje Subyacente de los múltiples perfiles de la Moral Médica.
Al final del Capítulo V (último del
libro) se agrega otros interesantes Juramentos y los Consejos de Esculapio, un
conmovedor y descarnado texto que oscila entre la abnegación y el escepticismo.
Visto como ahora rezan estas líneas, este libro sería una biografía más. No es
así. En la obra gravitan dos elementos que inciden esencialmente en su
calificación; por una parte el amor hacia el ser humano y la humanidad, amor
templado en el estudio, en la acción, en la vigilancia sobre la integridad
profesional para servir y honrar en su dignidad al semejante necesitado de
atención médica hasta el instante final, e ir decididamente en pos del
bienestar de los conglomerados humanos mediante eficaces acciones
socioculturales y de salud pública. Por la otra parte Ética
y Excelencia en la Medicina Hipocrática
no lo escribe sino quien tiene en si –ya lo dijimos- la esencia del maestro, la
tenacidad, el desafío de llevar a otros cada día por la senda de una más
calificada formación profesional, humana y social, con desarrollado sentido de
responsabilidad, acrisolada ética y clara conciencia de la necesidad del saber
que en la medicina es, como en el poder dual del mito de Asclepio, un elevado requerimiento,
son atributos que irremisiblemente pertenecen al maestro.
La sapiencia, persuasión, sencillez, aire
reflexivo que se prolonga más allá de la lectura, hacen fácilmente del libro un
texto de estudio fluido y atrayente. La autora probablemente no lo supo al
idear escribirlo; la vocación priva los actos del individuo, lo induce hasta el
sacrificio.
Finalmente, expreso a la autora
hondo reconocimiento por insertar en la publicación de su obra estos comentarios
y honrarlos generosamente al asignarles la condición de prólogo.
Elisa
Pineda de Belisario