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viernes, 6 de septiembre de 2019

Homenaje al Sesquicentenario del natalicio del poeta Francisco Lazo Martí, y a la escritora guariqueña Elisa Pineda de Belisario


 XIII Congreso de Cronistas e Historiadores de Venezuela en la Villa de Todos los Santos de Calabozo


Homenaje al Sesquicentenario del natalicio del poeta Francisco Lazo Martí, y a la escritora guariqueña Elisa Pineda de Belisario



Elisa Pineda de Belisario



Adelfo Morillo
calabozotierradedios.blogspot.com




Villa de Todos los Santos de Calabozo, 2019


      En el quehacer de los seres racionales, hombres y mujeres, nada es más cotidiano que la respiración y la palabra hablada; entre los pueblos se dice que uno de los más habladores son los griegos; en el mundo de la cultura griega, el filósofo griego Platón, ateniense hacia 428 a. C., discípulo de Sócrates, y maestro de Aristóteles; quizás fue el primero en escribir Diálogos, y en tres de ellos Lisis, Simposion, Banquete, y Fedro trata el tema del eros, afecto, atracción por la belleza física, aspecto fundamental de la filosofía de Platón… Estas palabras iniciales vienen a cuento porque en este Congreso de 2019 se le rinde homenaje a la escritora llanera Elisa Pineda, y al Sesquicentenario del natalicio del poeta del llano Francisco Lazo Martí.
       Desde siempre la belleza natural y la creada ha existido y cada día debemos ser más el número de hombres y mujeres seguidores y amantes de la belleza, y dentro de la belleza espiritual es pertinente señalar el nombre de Marta Cantavella, profesora emérita, a Dedicación Exclusiva del Área Ciencias de la Salud de la Universidad Rómulo Gallegos; y es dos veces pertinente en este momento, porque ahora quiero rendir homenaje al hacer de la escritura, que como escribe Julio Cortázar, en el libro Clases de Literatura, Para escribir solo hace falta hacer uso de las letras del alfabeto y saber combinarlas en distintas formas…; y este es el caso de Elisa Pineda, cuando escribe el prólogo del libro Ética y Excelencia  en la medicina Hipocrática…, escrito por Marta Cantavella, editado por la Universidad Rómulo Gallegos, en su primera edición de marzo de 1990 en San Juan de los Morros; el prólogo  lo transcribo del libro que me regaló la autora con la dedicatoria Para el Profesor Adelfo Morillo colega en buenos y malos momentos, junio 1999; esa tarde ya haciéndose de noche dialogábamos Marta Cantavella y yo, y al final el donativo del libro con dedicatoria y autógrafo; con Elisa Pineda dialogué varias veces en actos literarios o de homenaje a su labor de oficiante de escritura; y este prólogo escrito por Elisa Pineda de Belisario al libro de Marta Cantavella tiene esencia de diálogo platónico

       En literatura hay obras que alcanzan la excelencia mediante el ahorro draconiano de su dimensión sin sacrificio del discurrir fluido, sin pérdida de la  ilación por mutilaciones al texto, sin fractura en la estructuración del pensamiento. Percibimos que hay más, el conocimiento, ejercicio y dominio del elemento determinante de la obra escrita, escanciados estos en la elaboración del concepto para el logro de la síntesis expresiva. Percibimos que la inquisición previa de la adhesión a principios y credos por sustentarse, la serenidad en el juicio, la reflexión en los postulados, revelan la plenitud de conciencia del escritor para la admonición o advertencia y el consejo, doblándose la integridad del autor con la integralidad del servicio a cumplir para, en un todo, alcanzar la perdurabilidad.
      Es nuestro juicio acerca de Ética y Excelencia en la Medicina Hipocrática de la Doctora Marta Cantavella. Se trata de un trabajo que llama a ser comentado con prescindencia del asombro que causa su autoría por una profesional que, si bien sabemos muy estudiosa y de cuidadoso estilo castellano, está permanentemente ocupada en sus compromisos profesionales y académicos. Recurramos a interpretarlo como una acción refleja en su condición de docente médico con sentido transcendente de enseñar formando, como se desprende de la mención que en la referida obra de la traducción, entre otras de la palabra griega Xingrape: compromiso a futuro con los miembros de una hermandad unidos por vínculos sagrados.
       Repetidamente observamos como Cantavella, paralelamente con la investigación médica hipocrática, nutre su tratado con multiplicidad de otras investigaciones al punto que en el Capítulo 1 –por ejemplo- nos retrotrae a la remota mitología griega cuando Zeus con su poderoso rayo fulmina a su nieto Asclepio, hijo de Apolo, convirtiéndolo en la constelación de la Serpiente, asunto estrechamente vinculado, probablemente antes de los tiempos de Homero, con una serie de mitos relacionados con el caduceo, símbolo de Asclepio, hoy también en la ciencia médica, que luce en sus manos la estatua de Hermes.
       Con imperceptible ilación se nos ilustra al paso de los siglos, de los haceres de los Siete sabios de Grecia, y de la órbita de Hipócrates, sus predecesores y seguidores con una máxima como esta de la Demokratia de tan útil cultivo en las democracias del siglo XX;  Igualdad de derecho, igualdad en las partes, igualdad para hablar y mandar.
       El libro, organizado en Capítulos, guarda concatenación desde los tiempos arcaicos de la medicina basada en el orden natural hasta el Código de Nuremberg y la Declaración de Helsinki, fundamentos del ejercicio médico en las décadas finales del siglo XX.
       En el transcurso de la obra se yergue gradualmente la figura de Hipócrates, Padre de la medicina, pero a la par, objetivamente, se dibujan las figuras pre y pos hipocráticas que desde los inicios mesopotámicos,  al mito asclepiano, desde la época de oro de la Magna Grecia, a la mixtura helénica oriental de Alejandro, y desde el Renacimiento que accedió a desentornar las puertas del griego y del latín y a abrir al mundo todo el arte, la filosofía, y la ciencia que asumió la Hélade, desde los advenimientos a favor de la salud y la prevención de enfermedades de hace poco más de un siglo, hasta los veloces, asombrosos avances de finales del segundo milenio han venido alumbrando el camino de la ciencia médica, pero se hace necesario reconocer que, vuelta de lo atávico, lo supersticioso, lo socializado, lo racional, lo filosófico, lo dogmático, lo científico, para el tercer milenio la Medicina tiene planteadas las definiciones más trascendentales de su historia en relación con el poder que la ciencia y la tecnología le han conferido y le seguirán confiriendo.
      Los capítulos centrales tratan los diversos aspectos de la medicina hipocrática, con vocabulario adaptado al profano se penetra en el proceso evolutivo de esta ciencia, se trata sin embargo asuntos de la misma con ausencia total de prejuicio, predomina la seriedad, la sencillez, la equidad, la fidelidad al tratamiento profesional correspondiente al tema. Corpus Hipocraticum (Capítulo III) revela la grandiosidad de este, resistente al paso del tiempo, encontramos en el postulado que teníamos por novísimos y sonreímos antes prácticas tradicionales que creíamos de invención doméstica.
      El juramento Hipocrático, inserto en el libro aparece prolijamente examinado, desde la versión original constituye una pieza de humildad, devoción, ética y consagración que aun viéndolo dentro del rígido contexto clasista de su tiempo, trasciende los siglos. La ética está en todo el Juramento como eje Subyacente de los múltiples perfiles de la Moral Médica.
      Al final del Capítulo V (último del libro) se agrega otros interesantes Juramentos y los Consejos de Esculapio, un conmovedor y descarnado texto que oscila entre la abnegación y el escepticismo. Visto como ahora rezan estas líneas, este libro sería una biografía más. No es así. En la obra gravitan dos elementos que inciden esencialmente en su calificación; por una parte el amor hacia el ser humano y la humanidad, amor templado en el estudio, en la acción, en la vigilancia sobre la integridad profesional para servir y honrar en su dignidad al semejante necesitado de atención médica hasta el instante final, e ir decididamente en pos del bienestar de los conglomerados humanos mediante eficaces acciones socioculturales y de salud pública. Por la otra parte Ética y Excelencia en la Medicina Hipocrática no lo escribe sino quien tiene en si –ya lo dijimos- la esencia del maestro, la tenacidad, el desafío de llevar a otros cada día por la senda de una más calificada formación profesional, humana y social, con desarrollado sentido de responsabilidad, acrisolada ética y clara conciencia de la necesidad del saber que en la medicina es, como en el poder dual del mito de Asclepio, un elevado requerimiento, son atributos que irremisiblemente pertenecen al maestro.
      La sapiencia, persuasión, sencillez, aire reflexivo que se prolonga más allá de la lectura, hacen fácilmente del libro un texto de estudio fluido y atrayente. La autora probablemente no lo supo al idear escribirlo; la vocación priva los actos del individuo, lo induce hasta el sacrificio.
Finalmente, expreso a la autora hondo reconocimiento por insertar en la publicación de su obra estos comentarios y honrarlos generosamente al asignarles la condición de prólogo.
Elisa Pineda de Belisario