Yo que vengo de esas
heredades
Era un pueblo sencillo con su río
amarrado
en la frente.
Yo que vengo del peladero
y de la resolana,
del terrón con sal y eternidad
yo que nací en un corral de chivos
a la banda izquierda de las soledades,
yo que descubrí la
Primavera
cuando una vez
el crepúsculo dejó caer
unas rosas moradas sobre el estanque,
yo que estrené la vida junto a un río
más húmedo de lágrimas que de crecientes,
debo sentirme honrado de ser
como esas
olvidadas
heredades
de Dios.
Yo que vengo de los silencios virginales
violados tan sólo por algún gemido
del cují solitario,
yo que vengo de la noche soberana
que cobija el desierto,
yo que trepé el bejuco para abrazar sus riscos,
debo sentirme honrado de ser como esas
olvidadas
heredades de Dios.
Y si soy hermano
del bisure arisco
y de la dara enteca,
si me parezco a la costra del barranco,
si vengo de los mares olvidados,
pero también de los gestos más hermosos
donde las manos del padre me
enseñaron
que toda bondad es fortaleza,
debo sentirme honrado de ser como esas
olvidadas
heredades de Dios.
Otón
Chirino