Andanza por nuestro
idioma 71
Tiene un lado trágico la lluvia, del latín
pluvia… Ahora hablo del lado amable
de la lluvia, recuerdo las tantas veces cuando caminé con mi amiga María
Carmen, linda en cuerpo y alma, hasta nos dejábamos mojar de la lluvia en
Mérida, ella y yo decíamos cosas bonitas de la lluvia menuda, contemplábamos la
cortina de lluvia y conversábamos y cómo reíamos; a menudo recuerdo el domingo,
cuando fuimos a misa, andaba con su familia y yo los acompañaba, fue cuando era
una iglesia pequeña en el Colegio San Luis, y hacía un frío benigno y rico y
había una lluvia muy menuda y una neblina de ensueño…
Tiempo después comencé a caminar con Ilva,
la segunda vez cuando caminábamos, nos cayó un aguacero de marca mayor, y
frente a la avenida Urdaneta estaba un jazminero, me llegué hasta él y
desprendí unas florecitas, y se las di y después de olerlas, se las colocó en
el pelo, y cuánto le gustó el suave aroma de jazmín… Cuando íbamos subiendo por
la avenida Independencia, venía mi amiga María Carmen en el carro del papá, nos
invitó a subir y nos llevó hasta nuestras residencias…
Desde mi infancia me ha gustado bañarme
con la lluvia, y todavía cada vez que llueve, si estoy en la casa me desnudo y
me baño bajo la lluvia, a veces mi hijo Fabio me acompaña… Y sigo mirando
alegre y pensativo la lluvia benigna y linda cuando cae, no la rehúyo; si estoy
en la calle, sigo caminando bajo la lluvia… En tiempos de lluvia las plantas se
visten de colores vivos, brillantes y tiernos, y aquí en el llano fauna y flora
muestran sus encantos, grillos, ranas y sapos, luciérnagas, lagartijas, boras y
mastrantos, chaparros y salados…
Sí, la lluvia tiene un lado trágico,
inundaciones y desgracias; pero a mí me gusta escribir el dulce encanto de la
lluvia sobre los campos y entre los charcos…