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miércoles, 3 de junio de 2015

Mito 10

Mito                            10


      Heracles es el más famoso de los héroes griegos y protagonista de una serie de hazañas que realiza por todo el mundo. Las leyendas que se le atribuyen son tantas que se dividen en áthloi, tareas encomendadas por Euristeo; práseis, empresas por su cuenta; y párerga, pequeñas aventuras cotidianas.
      Heracles era hijo de Alcmena, hija del rey de Micenas, Electrión; Zeus se enamora de ella, toma la apariencia del marido, se une a ella y de esa relación concibe a Heracles, que nace en Tebas.
      Cuando Heracles nace; Hera airada por la infidelidad de Zeus, quiso que este niño muriera, y para ello colocó dos serpientes en su cuna, pero Heracles de apenas ocho meses las ahogó con sus brazos. Una versión nos cuenta que Alcmena había descuidado al pequeño en un lugar cercano a Argos, y pasaba por ahí Atenea, mira al niño y le da a mamar de sus pechos, con lo cual obtiene la inmortalidad, luego se lo devuelve a Alcmena.
      En el río Eveno el centauro Neso pasaba a los caminantes a la otra orilla por algún dinero. Ahí llegaron Heracles y su esposa Deyanira, y mientras Neso llevaba a Deyanira quiso violarla, ante los gritos de su mujer Heracles dispara con el arco, hiere al centauro, y este antes de morir le dice a Deyanira que untara con su sangre una túnica de Heracles, para que nunca la abandonara.

      Deyanira se encuentra con una nueva compañera de Heracles, y temiendo que este la dejara, impregna la túnica con el supuesto filtro amoroso de la sangre del centauro Neso. Pero la sangre estaba mezclada con el veneno de la Hidra de Lerna que le había inoculado la flecha de Heracles; apenas se cubre con la túnica, siente que su piel se abrasa, pero no se la puede quitar, porque se adhiere al cuerpo. Sube al monte Eta con su hijo Hilo, y le pide que construya una gran pira. Peante o Filoctete enciende la hoguera. Mientras el fuego consumía el cuerpo del héroe, se cuenta que una gran nube envuelve la pira y se escucha un estruendoso trueno. Y cuando se disipa la nube, ya no quedaba rastro de Heracles, el héroe había alcanzado la inmortalidad…