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viernes, 17 de enero de 2014

Un ciclo de mi vida



Un ciclo de mi vida

     Ayer jueves, día de Júpiter, dios del cielo y de la luz en mitología latina, me llegó la resolución de jubilación por la Universidad Rómulo Gallegos, y con ella se cierra un ciclo de mi vida, que lo inicié en septiembre de mil novecientos sesenta, cuando empecé mi primer grado en el Grupo Escolar Ramón F. Feo hasta julio de mil novecientos setenta y ocho, que obtuve el Título de Licenciado en Letras en la Mención de Lenguas y Literaturas Clásicas, en la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes en Mérida; y en la docencia me inicié en febrero de mil novecientos setenta y siete en Mérida hasta enero de mil novecientos ochenta y ocho, cuando renuncié para venirme a Calabozo; en Mérida cursé también dos semestres de Componente Docente en la Escuela de Educación de la Universidad de Los Andes, y en lo profesional laboré en bachillerato y a Tiempo Completo en la Escuela de letras de la Universidad de Los Andes; aquí en Calabozo comencé en febrero de mil novecientos ochenta y ocho en bachillerato con el Ministerio de Educación hasta octubre de mil novecientos noventa y tres, cuando renuncié para comenzar labores en el Área de Ciencias de la Educación de la Universidad Rómulo Gallegos, después de haber concursado y ganado el cargo a Dedicación Exclusiva en las disciplinas de Lengua Castellana y Literatura; en mil novecientos noventa y seis recibí el Grado Académico de Magister en Educación por el Programa de Posgrado de la Universidad Rómulo Gallegos en Calabozo…
     Ayer dieciséis de enero recibí la comunicación de jubilación y con ella me voy de las aulas a donde llegué de estudiante aquella mañana de sol y brisa llanera, y luego cuando comencé dando Francés en un salón de segundo año de Humanidades en Mérida, una tarde de sol, montaña y frescura andina…
     Me voy sin nostalgia, y sí con innumerables buenos y alegres recuerdos, todo lo que hice, lo llevé a miles de estudiantes con la mejor y más sana intención, sin dudas cometí errores, que espero no hayan sembrado rencores ni resentimientos, quisiera que mis aciertos sí hayan dejado huellas permanentes de amor y bondad…