Un ciclo de mi vida
Ayer jueves, día de Júpiter, dios del
cielo y de la luz en mitología latina, me llegó la resolución de jubilación por
la Universidad Rómulo
Gallegos, y con ella se cierra un ciclo de mi vida, que lo inicié en septiembre
de mil novecientos sesenta, cuando empecé mi primer grado en el Grupo Escolar
Ramón F. Feo hasta julio de mil novecientos setenta y ocho, que obtuve el
Título de Licenciado en Letras en la
Mención de Lenguas y Literaturas Clásicas, en la Escuela de Letras de la Universidad de Los
Andes en Mérida; y en la docencia me inicié en febrero de mil novecientos
setenta y siete en Mérida hasta enero de mil novecientos ochenta y ocho, cuando
renuncié para venirme a Calabozo; en Mérida cursé también dos semestres de
Componente Docente en la
Escuela de Educación de la Universidad de Los
Andes, y en lo profesional laboré en bachillerato y a Tiempo Completo en la Escuela de letras de la Universidad de Los
Andes; aquí en Calabozo comencé en febrero de mil novecientos ochenta y ocho en
bachillerato con el Ministerio de Educación hasta octubre de mil novecientos
noventa y tres, cuando renuncié para comenzar labores en el Área de Ciencias de
la Educación
de la Universidad Rómulo
Gallegos, después de haber concursado y ganado el cargo a Dedicación Exclusiva
en las disciplinas de Lengua Castellana y Literatura; en mil novecientos
noventa y seis recibí el Grado Académico de Magister en Educación por el
Programa de Posgrado de la Universidad
Rómulo Gallegos en Calabozo…
Ayer dieciséis de enero recibí la comunicación
de jubilación y con ella me voy de las aulas a donde llegué de estudiante
aquella mañana de sol y brisa llanera, y luego cuando comencé dando Francés en
un salón de segundo año de Humanidades en Mérida, una tarde de sol, montaña y
frescura andina…
Me voy sin nostalgia, y sí con
innumerables buenos y alegres recuerdos, todo lo que hice, lo llevé a miles de
estudiantes con la mejor y más sana intención, sin dudas cometí errores, que espero
no hayan sembrado rencores ni resentimientos, quisiera que mis aciertos sí
hayan dejado huellas permanentes de amor y bondad…
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