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miércoles, 16 de mayo de 2018

El oficio de la escritura



El oficio de la escritura

       Cuando elegimos el oficio de la escritura, andamos un camino de rosas, si lo asumimos con gusto por lo que hacemos; de esa forma no será un trabajo penoso, sino una aventura no planificada, es decir, a cada momento nos va a sorprender algo inesperado; y así seremos escritores amantes de cada letra, de cada palabra, de cada expresión que lleguemos a producir.
       Si estás en ese momento de decisión, de si vas a tener para comer, si te dedicas a escribir; te digo, que el solo hecho de escribir, rebasa lo básico de la comida a tiempo de cada día; cuando nos metemos en el camino de la escritura, nos abstraemos en el tiempo, cada instante se nos aparece sembrado de luces, de magia, de encantos de diversas formas; quisiéramos abarcar el  mundo en letras, en palabras, en contextos llenos de respuestas bellas y útiles para cada persona en el planeta.
       Yo cada día escribo con el pensamiento -me explico-, en cada sitio y en cada momento algo estoy pensando, y ese hecho de pensamiento es una forma de escribir, y cuando me siento a teclear en la computadora, solo trato de mejorar en escritura real, lo que previamente había escrito con el pensamiento; por tanto, digo que en mi vida conciente, vivo para escribir; y aun más, en mis momentos de subconcienca, cuando duermo y sueño, cada uno de tales sueños entran a formar parte de mi escritura en pensamientos.
       Ahora, en este momento cuando escribo estas líneas, me estoy dando de comer, desgusto con pensamiento y con sentimiento; paladeo lo que escucho y lo que hablo, digiero sutilezas de diversas texturas en el tacto, me extiendo sobre la pastura con una cesta de alimento, me solazo con la música que me gusta; cuando escribo, estoy en el comienzo del Universo y a la vez estoy en los confines expansivos del Universo, rebaso espacio y tiempo; me vuelvo relativo, sin lejos ni cerca y solo vivo en presente continuo; escribo en paralelismo sincrónico y diacrónico con una burbuja cristalina en el viento, con las aves que van y vienen, con el río que nos da de beber, con la lluvia menuda o violenta; escribo mi alimento, el pan tangible y el intangible, el del cuerpo y del espíritu, y entonces siento que me salgo de mí, miro luces, me encandilo, y siento algo que me sustenta en espíritu; cuando escribo, soy el creador de mundos imperfectos, que intento traducir con sencillez a la gente que lee lo que produzco, y en esencia con mis mundos imperfectos busco transmitir la idea de poder  identificarme con el amor interno que debo manifestar a los demás, y asimismo busco la paz interna que también debo proyectar a los demás; cuando escribo, me abstraigo, mas dejo una parte de mí conectada con el momento real que vivimos, y con el mundo real que vivimos, en donde hay sobre todo bondad en la gente, mas también sé que existe la maldad en tanta gente; escribo mi aliento, escribo y ese es mi alimento; escribo y vivo a mi manera, me estoy en  mis espacios y en mis tiempos y procuro respetar espacios y tiempos de cada ser humano con que me encuentro en los diversos entornos cotidianos.

                                                                                   Adelfo Morillo