Andanza por nuestro
idioma 14
Escribo despacio, como cuando caminamos
muy poco a poco en trochas camineras en los llanos o en las montañas de
nuestros Andes venezolanos, si andamos en ganas de divertirnos y de aprender,
vamos observando, nos detenemos por distintas circunstancias, y si somos amigos
de las matemáticas, podemos contar árboles, plantas, flores, pájaros, miramos
paralelas en las orillas del río, nos dejamos mojar por las perpendiculares
lluvias, calculamos grados en las horquetas que se yerguen en las ramas de los
árboles, y si llegamos a algún sitio donde podemos saborear un chocolate
caliente, acompañado de algunas arepas rellenas de queso blanco o ahumado,
también se nos puede ocurrir hacer el ejercicio numérico de calcular cuántas
personas intervinieron y participaron, para que nosotros estemos disfrutando de
momento tan lindo y particular…
Escribo con palabras amables para los amigos
que son marido y mujer, Oswaldo y Mery, y ambos trabajan dictando clases de
matemáticas, viven en Mérida, y los recuerdo con fragancias de jazmín y con
ternura de frailejón, aquí me parece conveniente hablar de cálculo, palabra
tomada del latín calculus, porque el
cómputo, la cuenta o la pequeña y curiosa investigación acerca del número de
personas intervinientes y participantes de aquel sencillo y delicioso puntal,
quizás lo pudimos resolver con alguna operación matemática, y como yo no soy
bueno para las altas matemáticas, voy a referir una idea acerca del libro El Hombre que Calculaba, novela escrita por Malba Tahan, que nos dice
en el capítulo 2 Me llamo Beremiz Samir y
nací en la pequeñísima aldea de Khoi, en Persia… Beremiz Samir es el Hombre
que Calculaba, y es significativa la forma como descubre sus habilidades
para el álgebra, y aún más atractivo de cómo se hace amigo de esta disciplina…
Comenzó nuestro protagonista como pastor
al servicio de un rico señor, y para tener dominio de su labor se entretenía
calculando el número de ovejas, y adquirió tal habilidad que a veces de una
mirada calculaba sin error todo el rebaño…Luego se ejercitó contando los
pájaros, cuando en bandadas, volaban frente a él; contaba hormigas y otros
insectos, y hasta logró la proeza de contar todas las abejas de un enjambre…
En un viaje que realiza a Bagdad va
contando los árboles de la región, las flores que la perfuman y adornan, y los
pájaros que la sobrevuelan…A la par de esta habilidad algebraica, Beremiz era
de carácter alegre y comunicativo, y también sabía contar historias y narrar
diversos episodios de la vida, y en ocasiones se quedaba varias horas en
silencio…Después de pocas horas de viaje pudo resolver el problema que tenían
tres hermanos, para dividirse equitativamente la herencia de 35 camellos…
Apenas llegó a Bagdad fue invitado a ejercer el cargo de secretario de un
visir, pero Beremiz siente que aunque ahí prospere y se enriquezca, su anhelo
es poder regresar a Persia, y hasta nos dice ingrato es aquel que olvida la patria y a los amigos de la infancia,
cuando tiene la felicidad de encontrar en la vida el oasis de la prosperidad y
de la fortuna… Y en algún momento le cuenta al compañero de viaje:
- Viajamos
juntos hasta ahora ocho días exactos. Durante ese tiempo pronuncié exactamente
414.720 palabras…
Belamiz termina casándose con Telassim,
bella como luna nueva, que era cristiana, y Belamiz antes de casarse quiso ser
bautizado por un obispo que supiera la geometría de Euclides…
Belamiz enfrentó y resolvió mil y más
problemas de álgebra, y al que le supo dar más hermosa respuesta fue a las
intimidades de su vida y de su amor…