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miércoles, 30 de abril de 2014

Andanza por nuestro idioma 14



Andanza por nuestro idioma          14

     Escribo despacio, como cuando caminamos muy poco a poco en trochas camineras en los llanos o en las montañas de nuestros Andes venezolanos, si andamos en ganas de divertirnos y de aprender, vamos observando, nos detenemos por distintas circunstancias, y si somos amigos de las matemáticas, podemos contar árboles, plantas, flores, pájaros, miramos paralelas en las orillas del río, nos dejamos mojar por las perpendiculares lluvias, calculamos grados en las horquetas que se yerguen en las ramas de los árboles, y si llegamos a algún sitio donde podemos saborear un chocolate caliente, acompañado de algunas arepas rellenas de queso blanco o ahumado, también se nos puede ocurrir hacer el ejercicio numérico de calcular cuántas personas intervinieron y participaron, para que nosotros estemos disfrutando de momento tan lindo y particular…
     Escribo con palabras amables para los amigos que son marido y mujer, Oswaldo y Mery, y ambos trabajan dictando clases de matemáticas, viven en Mérida, y los recuerdo con fragancias de jazmín y con ternura de frailejón, aquí me parece conveniente hablar de cálculo, palabra tomada del latín calculus, porque el cómputo, la cuenta o la pequeña y curiosa investigación acerca del número de personas intervinientes y participantes de aquel sencillo y delicioso puntal, quizás lo pudimos resolver con alguna operación matemática, y como yo no soy bueno para las altas matemáticas, voy a referir una idea acerca del libro El Hombre que Calculaba,  novela escrita por Malba Tahan, que nos dice en el capítulo 2 Me llamo Beremiz Samir y nací en la pequeñísima aldea de Khoi, en Persia… Beremiz Samir es el Hombre que Calculaba, y es significativa la forma como descubre sus habilidades para el álgebra, y aún más atractivo de cómo se hace amigo de esta disciplina…
     Comenzó nuestro protagonista como pastor al servicio de un rico señor, y para tener dominio de su labor se entretenía calculando el número de ovejas, y adquirió tal habilidad que a veces de una mirada calculaba sin error todo el rebaño…Luego se ejercitó contando los pájaros, cuando en bandadas, volaban frente a él; contaba hormigas y otros insectos, y hasta logró la proeza de contar todas las abejas de un enjambre…
     En un viaje que realiza a Bagdad va contando los árboles de la región, las flores que la perfuman y adornan, y los pájaros que la sobrevuelan…A la par de esta habilidad algebraica, Beremiz era de carácter alegre y comunicativo, y también sabía contar historias y narrar diversos episodios de la vida, y en ocasiones se quedaba varias horas en silencio…Después de pocas horas de viaje pudo resolver el problema que tenían tres hermanos, para dividirse equitativamente la herencia de 35 camellos… Apenas llegó a Bagdad fue invitado a ejercer el cargo de secretario de un visir, pero Beremiz siente que aunque ahí prospere y se enriquezca, su anhelo es poder regresar a Persia, y hasta nos dice ingrato es aquel que olvida la patria y a los amigos de la infancia, cuando tiene la felicidad de encontrar en la vida el oasis de la prosperidad y de la fortuna… Y en algún momento le cuenta al compañero de viaje:
     - Viajamos juntos hasta ahora ocho días exactos. Durante ese tiempo pronuncié exactamente 414.720 palabras…
     Belamiz termina casándose con Telassim, bella como luna nueva, que era cristiana, y Belamiz antes de casarse quiso ser bautizado por un obispo que supiera la geometría de Euclides…
     Belamiz enfrentó y resolvió mil y más problemas de álgebra, y al que le supo dar más hermosa respuesta fue a las intimidades de su vida y de su amor…