Regalo de luna
Ella entró luciendo un vestido azul rey,
que resaltaba sus formas de mujer joven de belleza singular, yo estaba sentado
cenando, se acercó y yo retiré una silla y la invité a sentarse, se sentó y
solicitó una merengada de lechosa, yo miraba ese regalo de tanta hermosura
frente a mí, cada segundo que pasaba, yo lo hacía una fiesta, le dije varias
expresiones galantes, ella me las agradeció, y de pronto me dijo que me quería
entregar un regalo, solo si yo vivía solo, le dije que estaba divorciado, y me
mantenía solo en un apartamento, me preguntó, si tenía carro, y dije que no, y
salimos en su carro hasta mi sitio de residencia, llegamos a mi habitación,
coloqué música en el equipo de sonido, me dijo que me sentara y por nada me fuera
a levantar, me senté y empezó a seguir la cadencia de la música, se libró de
las zapatillas, soltó las trenzas del vestido y lo fue dejando caer muy
despacio, lo recogió con la punta de los pies, y yo seguía mirando su cuerpo
bronceado contoneándose tan cerca de mí, me bañaba una fragancia de jazmines,
cuando comenzó a librar el brasier azul celeste de finas blondas, siguió
dándome su regalo, y muy suavemente se deshizo de una tanga también azul muy
delicada y fina, me preguntó, si la deseaba, le dije que sí, y ella me dijo que
siguiera sentado, mientras se volvía a vestir… Me elogió por ser tan caballero,
y le pregunté en qué trabajaba, me dijo que era artista nudista en Maracay,
también le pregunté el nombre, me dijo que su nombre verdadero era Selene, le
dije que yo escribía y publicaba, me dijo que si escribía de ella, podía
escribirle con su nombre, le dije que siendo una mujer tan hermosa y joven por
qué se dedicaba a esa labor, si no le temía a los riesgos, dijo que mientras
estaba en el Night Club estaba protegida, y que fuera de ahí corría los mismos
riesgos de los demás, le hablé de los riesgos ante hombres de malas
intenciones, y me dijo que desde el momento del nacimiento todos empezamos a
correr riesgos… La acompañe hasta el carro y me dejó un beso en los labios, que
todavía me sabe a regalo de luna…