Mostrando entradas con la etiqueta En El Picacho 13. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta En El Picacho 13. Mostrar todas las entradas

miércoles, 12 de marzo de 2014

En El Picacho 13



En El Picacho                         13

     A la casa llegaba a visitarnos Aníbal Olivares, un sobrino de mi mamá, y siempre llevaba diversas conversaciones  de las cosas que vivía y hacía, él era un buscador de información en registros principales y subalternos, hablaba de mujeres y de hombres, de fechas y de solicitudes que le hacían, para que les buscara partidas de nacimientos y de cuantas cosas se deja constancia en esos libros, y también sabía contar cuentos de todo color, a mí me gustaba escucharlo y mirarlo leyendo el periódico, era un lector como mi papá; a veces nos visitaba su mujer Calistra Morillo, sobrina de mi papá, y ella era muy ocurrente, graciosa y chusca, contaba cada cosa siempre con aires pícaros…
     A la casa también llegaba de visita Alfredo Tenepe Morillo, sobrino de mi papá, y tocaba el arpa, porque mi papá le insistía para que interpretara su música, y nos contaba que la mamá se burlaba de él, porque quería ser arpista, y que la primera arpa, la hizo cuando tenía ocho años, la hizo pequeña acorde a su tamaño, y en esa arpa fue donde comenzó a arañar las cuerdas…
     Y no sé cómo llegó a casa Luis Castillo, él es nacido en algún pueblo de Colombia, tenía una falca de nombre La Niña, y también le gustaba leer el periódico, y mi papá le pedía que lo leyera en voz alta, y leía con recia voz, pronunciaba muy bien, y por eso a mi papá le gustaba escucharlo, y a mí también me gustaba bastante escuchar la forma como leía, y me aumentaba las ganas de aprender a leer tan bien como ese señor Luis Castillo, y poder leer cada día como además de él, igual lo hacían mi papá y Aníbal Olivares…
     En el kindergarten orientaban la lectura y la escritura, pero ahí no aprendí a leer, y en la casa mi mamá intentó enseñarme a leer deletreado en el libro Mantilla, yo deletreaba la palabra rosa r erre o ro s ese a sa, y mi mamá se quedaba esperando que yo leyera la palabra completa y nada, y volvía con la palabra mamá, y yo deletreaba m eme a ma eme á má, y yo nada que leía la palabra completa, y mi mamá me decía Adelfo, hijo, si la estás diciendo clarito, ¿por qué no la dices..? Y ahora escribo y no aguanto la risa y supongo cuánto sufría mi mamá, para ella debió ser como una tortura; me consuelo, porque al menos sí aprendí el abecedario o alfabeto…