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martes, 13 de octubre de 2015

Tras de una vida sencilla 35


Tras de una vida sencilla                   35

       Jorge Luis Borges fue un hombre entregado a la literatura, yo lo releo con asiduidad, y del libro Antiguas Literaturas Germánicas, escrito por Borges, y que es un regalo de mi amiga María Herminia, leo en el capítulo La Inglaterra Germánica, El poeta Caedmon es el primer poeta sajón de espíritu cristiano… Curiosa historia de Caedmon, tal como la refiere Beda el Venerable en el cuarto libro de su Historia Eclesiástica:
       En el monasterio de la abadesa Hild de Streoneshalh hubo un hermano distinguido y honrado por la gracia divina, porque solía hacer canciones que inclinaban a la piedad y a la religión. Todo lo que aprendía de hombres versados en las sagradas escrituras lo vertía en lenguaje poético con la mayor dulzura y fervor. Muchos, en Inglaterra, lo imitaron en la composición de cantos religiosos. El ejercicio del canto no le había sido enseñado por los hombres o por medios humanos; había recibido ayuda divina y su facultad de cantar procedía directamente de Dios. Por eso no compuso jamás canciones engañosas y ociosas. Este hombre había vivido en el mundo hasta lograr una avanzada edad y nada había aprendido de versos. Solía concurrir a una fiesta donde se había dispuesto, para fomentar la alegría, que todos cantaran por turno acompañándose con el arpa, y cuantas veces el arpa se le acercaba, Caedmon se levantaba con vergüenza y se encaminaba a su casa. Una de esas veces dejó la casa del festín y fue a los establos, porque le habían encomendado esa noche el cuidado de los caballos. Durmió y en su sueño vio a un hombre que le ordenó: Caedmon, cántame alguna cosa. Caedmon contestó y dijo: No sé cantar y por eso he dejado el festín y he venido a acostarme. El que le habló le dijo: Cantarás. Entonces dijo Caedmon: ¿Qué cantaré? La respuesta fue: Cántame el origen de todas las cosas. Caedmon en seguida cantó versos y palabras que no había oído nunca, en este orden: Alabemos ahora al guardián del reino celestial, el poder del Creador y el consejo de su mente, las obras del glorioso Padre; cómo Él, Dios eterno, originó cada maravilla. Hizo primero el cielo como techo para los hijos de la tierra; luego hizo, todopoderoso, la tierra para dar un suelo a los hombres. Al despertar, Caedmon guardaba en la memoria todo lo que había cantado en el sueño. A estas palabras agregó muchas otras, en el mismo estilo, dignas de Dios.
       Beda refiere que la abadesa dispuso que los religiosos examinaran la nueva capacidad de Caedmon, y, una vez demostrado que el don poético le había sido conferido por Dios, le instó a entrar en la comunidad. Cantó la creación del mundo, el origen del hombre, toda la historia de Israel, el éxodo de Egipto y la entrada en la tierra prometida, la encarnación, pasión y resurrección de Cristo, su ascensión al cielo, la llegada del Espíritu Santo y la enseñanza de los apóstoles. También cantó el terror del Juicio Final, los horrores del infierno y las bienaventuranzas del cielo. El historiador agrega que Caedmon, años después, profetizó la hora en que iba a morir y la esperó durmiendo. Dios, o un ángel de Dios, le había enseñado a cantar; nada podía temer Caedmon…
       En mi aprendizaje hacia la sencillez sigo huellas de vidas ejemplares…


Adelfo Morillo