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sábado, 28 de septiembre de 2013

Yo sé que es un vago


Yo sé que es un vago

     Tenía veinticuatro años, ya me había casado en Valera, y vivíamos con nuestro primer hijo en Mérida, éramos estudiantes, y una mañana cuando desperté, me paré doblado con rigidez y gran dolor en la parte trasera de la cintura, mi mujer estudiante de Medicina, me dijo que era lumbago, causado por contractura muscular; me encontré con Enrique un compañero de residencia y de estudio, le conté del impedimento y dolor, y me dijo que a él también le daba, y que él lo remediaba con ejercicios, me explicó que cuando se estaba bañando flexionaba las rodillas hasta donde pudiera, tratando de tocarse los pies sin doblar las piernas, me dijo que dolía, pero que era la mejor cura:.. Cuando volví de clase, todavía tenía la rigidez y dolor, y empecé a hacer los ejercicios, y sí, duele bastante, pero en verdad son efectivos…
     Con el paso del tiempo, a mi edad de ahora, son unos cuantos soles y lunas ya en la cuenta, y sí, he tomado relajantes musculares, me han dado masajes, me he puesto bolsas de agua caliente, me han colocado agujas, he racionado la ingesta de carne roja, pero a lo que más fe le tengo es a los ejercicios, los hago en alguna parte de la casa, y también cuando me estoy bañando, o en el polideportivo cuando hago mi rutina de setenta minutos de caminata en la tarde, y otro ejercicio más suave y sencillo es apoyarme en una pared, y hacer como si la estuviera empujando, se siente el alivio en el mismo momento, pero también digo que ya el condenado lumbago no me da tan fuerte como antes…
     Recuerdo a la señora que tenía a un hijo ya adulto, y un día lo llevó al médico con dolor en la cintura, el galeno diagnosticó y dijo: Señora, su hijo tiene lumbago…
     Sí, yo sé que es un vago, pero dígame, Doctor, ¿cuál es la dolencia de mi hijo, doctor?