Yo sé que es un vago
Tenía veinticuatro años, ya me había
casado en Valera, y vivíamos con nuestro primer hijo en Mérida, éramos
estudiantes, y una mañana cuando desperté, me paré doblado con rigidez y gran
dolor en la parte trasera de la cintura, mi mujer estudiante de Medicina, me
dijo que era lumbago, causado por contractura muscular; me encontré con Enrique
un compañero de residencia y de estudio, le conté del impedimento y dolor, y me
dijo que a él también le daba, y que él lo remediaba con ejercicios, me explicó
que cuando se estaba bañando flexionaba las rodillas hasta donde pudiera,
tratando de tocarse los pies sin doblar las piernas, me dijo que dolía, pero
que era la mejor cura:.. Cuando volví de clase, todavía tenía la rigidez y
dolor, y empecé a hacer los ejercicios, y sí, duele bastante, pero en verdad
son efectivos…
Con el paso del tiempo, a mi edad de
ahora, son unos cuantos soles y lunas ya en la cuenta, y sí, he tomado
relajantes musculares, me han dado masajes, me he puesto bolsas de agua
caliente, me han colocado agujas, he racionado la ingesta de carne roja, pero a
lo que más fe le tengo es a los ejercicios, los hago en alguna parte de la
casa, y también cuando me estoy bañando, o en el polideportivo cuando hago mi
rutina de setenta minutos de caminata en la tarde, y otro ejercicio más suave y
sencillo es apoyarme en una pared, y hacer como si la estuviera empujando, se
siente el alivio en el mismo momento, pero también digo que ya el condenado
lumbago no me da tan fuerte como antes…
Recuerdo a la señora que tenía a un hijo
ya adulto, y un día lo llevó al médico con dolor en la cintura, el galeno
diagnosticó y dijo: Señora, su hijo tiene
lumbago…
Sí, yo sé que
es un vago, pero dígame, Doctor, ¿cuál es la dolencia de mi hijo, doctor?