Diálogos sobre poesía y literatura
En el libro Diálogos sobre poesía y literatura…, escrito por Pablo Rojas
Guardia, nace en Caracas el 4 de agosto de 1.909, muere en 1.978, publicado por
Monte Ávila Editores, C. A., Caracas, 1.972, en la página 57 y siguientes,
leemos el título El fresco, el espontáneo, el sencillo Manuel Felipe
Rugeles, nace en San Cristóbal el 30 de agosto de 1.903, muere en Caracas
el 4 de noviembre de 1.959; y de él nos dice Pablo Rojas Guardia… Recordar a
Manuel Rugeles es como recordar esos poemas suyos en donde trataba de apresar,
de insinuar, de sintetizar todo cuanto la vida de ensueños y de sinsabores, de
ilusiones, de fracasos y de esperanzas, le había enseñado.
Y así vienen a mi memoria aquellos versos
luminosos, respetuosos, abiertos a la esperanza y también a la divinidad, de Olaf es un patriarca
Olaf, el rubio Olaf,
hablaba en arameo:
idioma de cristal, de
aceite y vino.
El mismo idioma en el
que hablaba Cristo.
Olaf, el rubio Olaf,
tenía sangre de nórdico,
descendiente del
mundo de los dioses de hielo,
de ese mundo en que
Odín, Odín el poderoso,
dio muerte a Imer y
levantó su puente de encendido arcoiris
y construyó su casa
de diamantes.
Su abuelo escandinavo
llegó desde el país
azul de las walkirias
a la indígena tierra
del oro y del maíz.
Y fue, desde ese
entonces,
un hijo más de
aquellas cumbres altas,
un hombre más
descuajador de selvas
y buscador de minas.
Olaf, el rubio Olaf,
sabía darle nombre
al espacio y al
tiempo y a la vida,
a la sombra cambiante
de la llama,
al corazón profundo
de la rosa,
al llanto
indescifrable de la estrella.
Iba a pie con bordón
de caminante
y morral sobre el
hombro;
arrancaba cortezas de
los árboles
para exornar paredes
con perfumes de selvas;
recogía las piedras
más blancas de los ríos
de su verde comarca
y, sobre todo, amaba
la fiesta primaveral
de las flores;
dormía en las veredas
solitarias
o en viejas y
cerradas sinagogas
y tenía el sentido
jubilar del momento
en que iba entregando
la virtud de su espíritu.
Tenía la costumbre,
muy simple, inquieta
y dulce como el agua;
hablar siempre en
parábolas.
Desde la arquitectura
de su mundo
era un errátil:
sombra de una vida
que pudo andar, extraña
en su paisaje,
ajena por su ámbito,
perdida en una estepa
o en un bosque sagrado,
o en un desierto,
signo de elevadas pirámides
o entre viñedos y
olivares secos
o junto a la tibieza
blanca de los rebaños
o bajo una alameda de
pinos desolados.
Olaf, el rubio Olaf,
pudo, tal vez un día,
en otro tiempo y en
lejano siglo,
haber sentido cómo
el agua da fuego en
la cebada,
el sol hace de llama
sobre el trigo,
la luna hace de
harina sobre el alba.
El que escuchamos
tiene
la luz de la palabra
que es la verdad de
Dios:
Olaf es un patriarca…
Desde hoy
jueves 12 de diciembre de 2.019, y por siempre, cantamos la verdad de Dios,
porque este mundo sea de amor, por la belleza y la bondad con sencillez de
niños…
Adelfo
Morillo