El asombro en la lengua castellana
Acaso, nos hemos detenido a observar, y
después, nos hemos preguntado, si la
lengua castellana obedece la mayor parte de las veces a normativas
gramaticales, entonces, por qué, en
incontables oportunidades, cuando
hablamos o escribimos, nos damos cuenta de que esta lengua también responde a
arbitrariedades, que no consiguen ninguna respuesta lógica; para mostrar lo que
estamos planteando, vamos a hacer estas visualizaciones curiosas en un
agradable juego con nuestro vocabulario castellano
Escribimos conciencia y consciente, debe
estar bien escrito también conciente; porqué pez y pescado; fogón, también
puede ser fuegón; fondo, fondillo, sin embargo decimos y escribimos fundillo,
fondo y fundo se hermanan en igual significado; septiembre, noviembre, diciembre
(significan séptimo, noveno, décimo, y con ellos designamos décimo, undécimo, y
duodécimos meses del año); de barba, imberbe; asimismo esta lengua responde al
gusto del usuario, así tenemos las formas cantara, cantase, comiera, comiese,
partiera, partiese (estos son solo ejemplos para los demás verbos) pues bien,
cada quien elige, según como quiera, alguna de esas dos formas; con esto
podemos significar que cuando hablamos o escribimos, nos vamos a encontrar con
palabras y expresiones que nos llevan a dudar, a preguntarnos, y si somos dados
a enterarnos de cómo hablar y escribir bien, seguramente, buscaremos en libros
y en conversaciones con otras personas las respuestas más acertadas a tales
inquietudes.
Adelfo Morillo