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sábado, 27 de julio de 2013


En el más remoto olvido

     Olvidé los nombres de las dos maestras que me maltrataron físicamente, a la primera de ellas mi mamá le pagaba, para que allá en su casa yo aprendiera a leer y a escribir, y la otra fue la de primer grado, quisiera olvidar esos dos crueles momentos, pero sé que esas dos mujeres ya no existen, porque sus nombres vagan en el olvido…
     Sin querer vamos dejando momentos, cosas y personas en el olvido, algunas veces quisiera recordar detalles de buenos momentos y no logro mirarlos, y asimismo cuántas personas sin querer me habrán olvidado…
     He dejado en el olvido con sana intención tantas de mis equivocaciones, y he olvidado letras de canciones que me gustaron, y me duele tal olvido…
     Las cosas que nos perturban y que molestan es bueno dejarlas en el olvido, sean palabras o acciones indignas de la condición humana; cada día lucho por dominar mis enojos y rabias, busco dominar mis arranques de molestia y de ira, y porque todos mis feos comportamientos se fueran al olvido…
     Sé que no es suficiente reconocer mis faltas diciéndolas y escribiéndolas, es necesario que esté consciente de esas flaquezas, para una a una irlas aventando al más lejano olvido…
     No olvido mis tantos viajes en canoa por el Apure con mi papá, tampoco olvido cuánto le gustaba sacarle música a su arpa… No olvido la primera vez, cuando miré un aljibe aquí en Calabozo, yo tenía como seis años, y fue en la calle 6, entre carreras 1 y 2, se miraba el agua azulita y limpiecita, y ahí nadaban unos galápagos, dicen que por ellos están limpias esas aguas, porque mantienen libres los manantiales del aljibe…Tampoco olvido cuánto me quisieron mi mamá y mi papá, sus nombres no los olvido; pero sí me alegro, porque los nombres de aquellas dos maestras permanecen para mí en el más remoto olvido…