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miércoles, 17 de junio de 2015

Jesús 8

Jesús                          8

      Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.
      Después de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se apartó en una barca a un lugar solitario; las gentes se enteraron, y lo siguieron a pie desde las ciudades. Al atardecer se acercaron a él los discípulos, que le dicen Despide a las gentes para que vayan por las aldeas, y compren de comer.
      Jesús les dijo No necesitan irse. Denles de comer. Ellos respondieron Tenemos aquí cinco panes y dos pescados. Y él les dijo Tráiganlos acá. Entonces mandó a la gente a que se recostara sobre la hierba. Y él tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó los ojos al cielo, y los bendijo. Después partió y dio el pan a los discípulos, y ellos se lo dieron a la gente. Y comieron todos y se saciaron. Después juntaron los pedazos sobrantes, y llenaron doce cestas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
      Te digo que tú eres Pedro, y sobre esta Roca edificaré mi iglesia.

      Cierto día Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto. Y allí se transfiguró ante ellos. Su rostro resplandeció como el sol, y su vestido se volvió blanco como la luz. Y una nube luminosa los cubrió, y una voz desde la nube dijo Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escúchenlo a él. Al descender del monte, Jesús les mandó No digan esta visión a nadie, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.