Tras de una vida
sencilla 50
La mañana del primer martes
de noviembre, todavía no eran las ocho, cuando llegó a buscarnos el colega y
compañero de labores docentes, desde hace más de veintisiete años, Jairo Rivero,
íbamos para estar a tiempo a la Charla
acerca de La llaneridad que yo iba a pronunciar con motivo del Vigésimosegundo Aniversario del Área de
Ciencias de la Educación, de la Universidad Rómulo Gallegos, en la Villa de
Todos los Santos…
Cuando charlamos,
conversamos, y estamos reunidos los hilos de los discursos están entretejidos
de remembranzas, una de estas nos lleva a recordar al epónimo de la
Institución, al venezolano y mundialmente reconocido escritor Rómulo Gallegos,
y en esta ocasión vamos a considerar las novelas Doña Bárbara y Cantaclaro,
que cantan y realzan amplios aspectos de la llaneridad… Otra remembranza está
referida a los veintidós años ya transcurridos en la formación de profesionales
para desempeñarse de Licenciados en Educación Integral y de Licenciados en
Educación, Mención Computación…
La tercera remembranza la conforma el libro
Los llaneros, publicado por el Fondo Editorial Ipasme, y me la
encuentro en la primera página, donde su autor escribe
Para Adelfo Morillo, maestro del
lenguaje y de la camaradería, con un abrazo, firma autógrafa de Adolfo
Rodríguez, Calabozo, 14-9-13…
Y para hablar de la
llaneridad, primero debemos ubicarla en su asentamiento geográfico, y nada
mejor que tomar las líneas, que para tal caso entresacamos de las páginas 29 y
30 del libro Los llaneros, al que ya
hicimos alusión
…los llanos de Colombia y de Venezuela forman parte de la región
fisiográfica conocida como Orinoquia. Un espacio de 800.000 kilómetros
cuadrados, de los cuales un 30 % corresponde al primero y un 70 % al segundo de
dichos países. 254.355 km. cuadrados en Colombia y 625.665 km. cuadrados en
Venezuela… La Depresión Central Llanera de la Orinoquia, planicie sedimentaria
aluvial, al norte de la América del Sur, cubierta casi toda por vegetación de
sabana…
Y la mayor parte de estos
llanos venezolanos los ubicamos en los estados Barinas, Portuguesa, Cojedes,
Apure y Guárico; y los distintos asentamientos humanos a los que les damos el
nombre de llaneros son los que van a dar fisonomía a vivencias, costumbres,
formas de ser en el habla colectiva y particular de sus gentes, a esa manera de
asumir los rigores de los trabajos de llano, a la vivienda denominada casa,
caney, rancho y hasta casa en piernas, a la gastronomía bajo techo o en llano
abierto, a sus tristezas y alegrías, a sus amores y desamores, y siempre
salpicados de algo o bastante de la esencia cimarrona de llanero, por que se
sienten libres, y por eso andan y desandan caminos y gustos, olores y calores,
en lo que quizás podemos decir que es su forma de ofrendar su ternura bravía de
perennes querencias…
Otra remembranza es la de
los primeros años sesenta, cuando se grababa discos long play o de larga
duración, y la música llanera no fue la excepción, recuerdo la grabación que
escuché de la leyenda Florentino y el
Diablo recopilada por Alberto Arvelo
Torrealba, en la carátula del long play aparecían las fotos de los dos
contrapunteadores, José Romero Bello que hace de Florentino, y Juan de los
Santos Contreras, más conocido como Carrao de Palmarito o Clarín de la llanura,
que hace de Diablo, y en el arpa el maestro Jose Joseíto Romero Morillo, y toda la cara A del disco se iba en la
conversación de dos llaneros, y en que finalmente el llanero Venancio conversa
el Reto y la Porfía, hasta cuando arranca el desafío del contrapunteo entre los
dos singulares y afamados copleros…
La conversación comienza
¡Ah, mandilata de aguacero
la que está cayendo…; y ah, noche más oscura, se parece a la noche, cuando
Florentino cantó con el Diablo..!
¡Ah, compay Venancio,
échenos el cuento ese del Reto, de cuando Florentino cantó con el Diablo..!
¡Guá, sí, cómo no, pero me
dan una mascaíta y me prestan el cuatro… Esto pasó jace mucho tiempo…, de
cuando se jallaban copleros buenos de verdá, porái por esos llanos..
El coplero Florentino
por el ancho terraplén,
caminos del desamparo
desanda a golpe de seis…
El primer capítulo de la
novela Cantaclaro, escrita por Rómulo
Gallegos, tiene por título La copla
errante…, y ahí el autor nos habla de los Cantaclaros que pueblan la
llanura, y de las coplas que andan errantes por las sabanas, y de cuando se oye
una buena copla, se dice Esa es de
Cantaclaro; una de las muestras de llaneridad es la música de arpa, cuatro
y maracas, y son innumerables los copleros conocidos, reconocidos y los que
solo cantan y sus nombres se quedan dispersos en la sabana; de entre los
conocidos y reconocidos cantantes o copleros, podemos mencionar al Tigre de
Payara, Juan Francisco Montoya; Jesús Moreno; José Romero Bello, Juan de los
Santos Contreras, Carrao de Palmarito; Ángel Custodio Loyola; Pedro Emilio
Sanchez; Reinaldo Armas, Dámaso Figueredo, Jorge Guerrero; de entre los
arpistas José Ignacio Indio Figueredo, José Joseíto
Romero Morillo, Alfredo Tenepe Morillo, Eudes Álvarez; y en la letra de
estas coplas y en la voz de los cantadores escuchamos esa manera propia de
hablar de la gente de llano, grey, rebaño, pulpa, macagua, bejuco, palma,
verano, sequía, jagüey, tataratea, estribo, candela, candelazo, parapara,
candil, chipola, ranchería, bongo, canoa, barrial, barrizal, íngrimo, solo,
bravura, luceros, cacho de beber, fogón, topias…
En el mundo de la
gastronomía se conoce el paloapique, casabe, naiboa, pisillo de chigüire,
hallacas, arroz aguado, cachapas, jojotos sancochados y asados, carne asada en
asadores de puyas en fogones de leña, arroz con leche, dulce de leche, pan de
horno, jalea de mango maduro o verde, arepas de maíz pilado, cocidas en budares
de barro, buñuelos de yuca y queso con miel…
En la novela Doña Bárbara, escrita por Rómulo
Gallegos, el personaje central es la llanura, bárbara, cruel, devoradora de
hombres por los trabajos inclementes de la sabana, y en ese vasto espacio se
desarrolla toda una serie de vivencias por los personajes reales y ficticios,
donde nos encontramos con la franqueza y la desconfianza juntas en la gente de
llano, sus creencias, supersticiones, bravuras, arrojos de estos habitantes de
impulsos y de audacias temerarias…
Y en el mundo real de estos
inmensos espacios de tierra, seguimos conviviendo con remembranzas de cosas
idas, y de antiguas maneras que siguen persistiendo en presente, así vemos las
domas, arreos de ganados que si bien nos encontramos con el llanero a caballo,
ya no nos sorprende el arreador en motocicleta o en bicicleta; son tantos los
signos de llaneridad que nos acompañan a los que vivimos y convivimos en estos
pueblos, caseríos, campos y sabanas; y el más pegadizo de entre tantos signos
de llaneridad sigue siendo la forma de enamoramiento de los llaneros y de las
llaneras, porque sabemos encontrar las mieles de amor y de ternura en las cosas
más sencillas, en los ojos de la laguna, en los guiños de los relámpagos, en el
pasitrote de los caballos, de las yeguas y del ganado, en las corvas redondas
de las catiras o de las morenas, en las mieles de las colmenas y del matajey, y
en las más dulces miradas de la mujer que enamoramos y que nos enamora…