Somos tan pobres en las cosas de Dios
En líneas finales de la novela Las sandalias del pescador, escrita por
Morris West, leemos de las Memorias
secretas de Cirilo esta parte de su confesión … que yo, a quien se le pide que dé tanto, me encuentre tan pobre en las
cosas que son de Dios…
Sí, lectores y lectoras, todos somos tan
pobres en las cosas de Dios, y sin dudas que la mejor forma de estar cerca de
las cosas de Dios es transitando una vida sencilla, sin lujos ni tantas otras
vanidades; sin ambiciones de poder ni de dinero en abundancia, sin consumismo
de cosas superfluas, tratando de tener cada día solo lo necesario, alimentos,
techo, vestido, buen comportamiento en actitudes, palabras, acciones y
reacciones…
La buena actitud nos la da la luz de cada
nuevo día, en el verdor de las plantas y su frescura, en los variopintos de las
flores, en la dulzura del agua y de la fruta que saboreamos, en los pájaros que
cerca o a lo lejos cantan, en las manchitas blancas de las uñas, y en calores y
frescores diurnos y nocturnos…
Las buenas palabras las escuchamos en
familiares, amigos y en la gente que viene y va…
En el patio miro los pájaros, cómo
accionan, vuelan, buscan y llevan trocitos de madera, pedacitos de algodón
pajarito, van y vuelven, y así de vuelo en vuelo van haciendo el nido, y ya
concluido ahí hacen pareja, y se esculcan, y se toquetean, y algún día la
hembra aova, y nacen las crías, y la madre vuela y lleva comida, y le coloca la
comida en la boca, y cómo abren la boca las crías, grandísima, anchísima, y
cómo son de glotonas; y nosotros cómo debemos aprender, para lograr cada cosa
cotidiana, sin quejarnos, sin rezongos, solo debemos agradecer a Dios, por la
vida, por la salud, y porque nos dé amor y solo amor en cada sitio y momento de
nuestra breve existencia…
Sí, somos tan pobres en las cosas de
Dios, entonces dejemos de ser mezquinos, y de ser envidiosos, y también dejemos
tantas otras cosas que llevamos en nosotros, y que no son de Dios…