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viernes, 30 de diciembre de 2016

El castellano, idioma milenario


El castellano, idioma milenario

       En la mañana del veintinueve de diciembre estaba regando la parte este del patio, me encontraba disfrutando de los perfumes de mastranto, albahaca, cariaquitos y toronjil, y terminaba de masticar dos hojitas tiernas de una mata de noni, cuando llega un mensaje al celular, que cargaba en el bolsillo derecho del short, leo y es un saludo con un pedimento de Euclides de Chaguaramas; y esto me llevó a pensar, mientras seguía regando las matas ahora por el lado norte del patio.
       Sucede que yo estudié Letras, Mención Lenguas y Literaturas Clásicas, por los años setenta en Mérida, en la Escuela de Letras de La Universidad de Los Andes, Especialidad de Pregrado en que se cursa cinco semestres de Griego Antiguo, leyendo y traduciendo obras de autores griegos en dicha lengua; y asimismo se cursa cinco semestres de Latín Clásico, también leyendo y traduciendo obras de autores latinos; y para ello contamos con excelentes profesores, Ovidio López Lobo, Guillermo Thiele, María Esther Paglialunga, José Manuel Briceño Guerrero que dominaban con probadas competencias dichas lenguas; y para estas líneas voy a nombrar a uno de tales profesores, a Miguel Marciales, a quien escuché en un programa radial en una emisora de Mérida, y en ese diálogo con el periodista trataba acerca del origen del castellano, el título del programa era El castellano visto a través de sus grandes obras…, y decía Miguel Marciales

       El castellano es una lengua ya milenaria, aceptando pues lo que se ha dicho de que empezó lo que se considera como castellano en las glosas que aparecen en el siglo IX.
       Desde el siglo IX hasta acá han pasado un poco más mil años.
       Empezó siendo una lengua de un pequeño rincón de España. Se fue difundiendo por toda la Península y tuvo un período que propiamente pudo llamarse castellano. Después tuvo otro período que es más apropiado llamarlo español, y hoy en día es una lengua mundial. Una de las tres ocuatro grandes lenguas mundiales. En la actualidad el castellano es más una lengua americana que europea, puesto que es una lengua de una inmensa multitud de hablantes de la América del Norte, del Centro y del Sur. Y los hablantes del lado europeo constituyen hoy, pues, la minoría, sin que esto signifique ningún juicio de valor sobre las aportaciones que ellos pueden dar a la lengua común.
       Pero hoy es un hecho cierto que el castellano o el español mundial, tiene sus ejes no exactamente en Madrid, o en Burgos, sino en las grandes ciudades y el Boom de la reciente novela hispanoamericana, no es sino una consecuencia histórica de ese hecho fundamental que es la difusión mundial del castellano.
       El concepto de milenario, o de milenio, si lo tomamos a partir de una determinada fecha, es un concepto arbitrario, porque la lengua es una corriente, es un continuo que fluye, y es muy difícil establecer un límite y decir desde aquí empieza siendo castellano y llega hasta acá, o hasta aquí llegó siendo latín y de aquí en adelante ya es otra cosa. No. Eso sería totalmente arbitrario, pero en la lengua castellana y naturalmente en las otras lenguas hermanas, las otras lenguas romances, hay un inmenso espacio a partir del momento en que el viejo latín se hizo prácticamente ininteligible. Es un momento que podemos situarlo poco más o menos en el año 600 de nuestra era, hasta el momento en que aparecen los primeros monumentos escritos, es decir aquellos primeros textos, cuyos restos nos quedan, y que podemos ya considerarlos como castellano.
       Ese momento, en el castellano, lo tenemos en las Glosas Emilianenses y en las Glosas Silenses. Los nombres estos son un poco raros, y la gente piensa que deben ser algo complicado y terrible, pero se llaman Emilianenses simplemente porque fueron escritas en el Monasterio de San Milán, que es un monasterio que queda en España, en Castilla la Vieja, y el manuscrito donde están recogidas esas Glosas es el Nº 60, que está actualmente en la Biblioteca de la Academia de la Historia de Madrid. Cualquier persona puede ir a esa institución y ver el manuscrito. Es un manuscrito que contiene un texto en latín, y el monje que lo estudió, y lo estuvo usando, no entendió una gran cantidad de aquellas expresiones latinas. Entonces a algunas de ellas les escribió la traducción en castellano, entre líneas. Eso es lo que podemos llamar ya castellano, muy antiguo. Otras notas las colocó en el margen, o a un lado, señalando con una marca el sitio donde debía ir la palabra. Estas anotaciones son eso que llamamos glosas.
       Por ejemplo, uno está leyendo un libro, una novela y de pronto no entiende una palabra, entonces echa mano a un diccionario, ve lo que esa palabra significa y para que no le cause problema más adelante, le pone al margen la significación. Cosa muy sencilla.
       Otro ejemplo: lee uno una obra de Gallegos y se encuentra aricas. Una persona que no sabe qué es, busca en un diccionario de venezolanismos y ve que son unas abejas que producen una miel determinada y entonces lo anota allí, al lado abejas de miel… Esto es lo que se llama una glosa.
       De tal manera que la tal denominación, tan tremenda, Glosas Emilianenses, lo que designa son los apuntes de un monje que no era muy experto en latín y que ponía las palabras en castellano para poder entender el texto que iba estudiando. Ahora, sucede que esa glosas, según los entendidos en la materia, como paleógrafos que han estudiado el manuscrito, son aproximadamente del año 970. O poco más o menos del año 980.
       Esa fecha que ha sido establecida por los paleógrafos es lo que nos ha permitido celebrar lo que se ha llamado el milenario de la lengua.
       Si aquellas glosas datan poco más o menos de entre el 970 y el 980, se habría escogido un año arbitrario para el milenario, y los periódicos lo han fijado en ¿1978? No sé exactamente por qué, ya que esa ha sido una determinación, más o menos, arbitraria, de acuerdo con los intereses de las distintas celebraciones que se hayan podido hacer en España, y aun en la América española. De todos modos, aquella es la fecha que se ha considerado como del nacimiento de la lengua. Es decir, refiere cuándo hay ya textos que nos permiten decir esto ya está escrito en castellano.
       Indudablemente que puso las glosas ya en una lengua, para entenderse con los otros monjes, o en su casa con su familia, o con la gente del pueblo, muy cercana a la que hablamos hoy en día. Muchas de las palabras que figuran en las glosas son las mismas que usamos ahora, diariamente. De tal manera pues, que esas glosas en las fechas esas que ponen los paleógrafos -970 a 980- indican que ya el castellano estaba funcionando.

       Como buena nota memoriosa  por Miguel Marciales, cuento con el folleto El castellano, idioma milenario, escrito por Miguel Marciales, editado por la Universidad de Los Andes, Decanato de la Facultad de Humanidades y Educación, Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres, Consejo de Publicaciones, Mérida; y fue impreso en los Talleres Xacta Gráfica, Mérida, Venezuela, diciembre, 1982.

Adelfo Morillo