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lunes, 8 de abril de 2013


Un prodigio, algo misterioso y maravilloso

     En una mañana del mes de abril de 2013 regaba las plantas, y miré que apenas ahora estaban madurando las ciruelas en el patio de mi casa, sin embargo agarraba algunas de la mata o recogía otras del suelo y me iba comiendo, y mientras regaba, me llegó el recuerdo de cuando tenía seis años y vivía con mis abuelos maternos en una casa de barro, a orillas del río, en El Picacho, un barrio de San Frenando de Apure, y la memoria me hizo mirar aquella mañana lluviosa de agosto, cuando el río llegaba hasta la cerca del patio del frente de la casa; el día anterior mi papá (abuelo materno) había comprado jojotos, y muy temprano con el amanecer se había ocupado en pelar las mazorcas, cortarlas y yo le ayudaba a moler, en una vasija recogíamos el yare que botaba el maíz por donde iba el mango de la máquina de moler…. En algún momento salió mi mamá (abuela materna) de la cocina, y me dio una peseta de plata de dos bolívares, para que fuera a la bodega a comprar dos huevos, un kilo de azúcar y un real de leche en polvo, tomé la moneda en mi mano derecha y salí brincando y corriendo, y en uno de esos brincos la moneda se me salió de la mano y fue a caer al cauce del río, regresé y le dije a mi mamá, me regañó muy duro, y me dio otra moneda de dos bolívares, y con ella bien agarrada en mi mano derecha, me fui a hacer el mandado…
     Ya habían cesado las lluvias, era el mes de marzo y el cauce del río era un hilito, y una mañana bajé por el barranco y me llegué hasta la orilla del río, ahí me agaché con nostalgia de que las toninas no salían en esta parte del río frente a la casa, pero cuando estaba en ese sitio mirando el vaivén de las aguas del río, de pronto vi que algo brillaba, me pareció ver la moneda de dos bolívares, dejé que las pequeñas olas se volvieran a retirar, y sí, ahí estaba la moneda, metí la mano y la agarré, tenía una manchita amarilla por el lado de la efigie de Bolívar, la miraba y sonreía y me fui corriendo hasta donde estaba mi mamá y le di la moneda, y le dije que esa era la moneda que se me había escurrido de la mano, cuando ella me mandó a la bodega a comprar los ingredientes para preparar la masa de las cachapas, a ella eso le parecía imposible, y cuando llegó mi papá y le dijimos mostrándole la moneda, él dijo que eso era un prodigio, algo misterioso y maravilloso…