Andanza por nuestro idioma 145
Déduke men a selanna
kai Pleiades mesai de
nyctes para derje’ thora
Ego de mona katheudo…
Esa es transcripción fonética de cuatro
versos de la poetisa griega Safo, Sappho, que vivió alrededor de seiscientos
años antes de Jesucristo, y traducidos al castellano
Se ha puesto la luna
y las Pléyades, promedia
la noche, transcurre el tiempo.
Mas, yo yazgo sola…
Safo, la
décima musa…, así la llamó Platón, nació en Éreso, isla de Lesbos, y el
poeta Alceo dice de ella Safo, la de los
rizos violeta, la pura, la de la dorada sonrisa…, que también la pretende,
pero Safo no lo acepta…Safo tenía en Mitilene junto con su hija una escuela de
música, danza y poesía para jóvenes doncellas, que de distintas ciudades acudían
a la casa de Safo, y ella la denominaba el
hogar de las musas…La poesía de Safo está dedicada a Afrodita y a Eros, de
allí la denominación de estro erótico, inspiración con que canta el gusto por
los cuerpos y rostros bellos, y Safo para eso vivió, escribió y se consagró,
para preparar, admirar y disfrutar de las formas físicas… Sus versos sáficos en
griego, aun traducidos al castellano o a algún otro idioma nos transmiten el
encanto auténtico de esta mujer poeta…
Afrodita divina, diosa del áureo trono, hija de Zeus,
que tejes
los encuentros del amor: yo te ruego
que no me
hagas perder de tanto hastío
los deseos
de vivir…
Para mí es
como un dios
el que se
sienta frente a ti, y escucha
tu dulce
voz cerca y esa risa
que me para
de golpe el corazón.
Pues yo te
miro un solo instante, y ya no puedo
decir una
palabra, se me hiela la lengua,
una delgada llama me
recorre las venas,
mis ojos no
ven nada, los oídos me estallan,
me baño en
sudor frío, y tiemblo toda, pálida
como la
hierba mustia, y siento que me voy a morir…
Dicen que
es una hueste de jinetes,
o una
escuadra de infantes, o de naves,
lo más
hermoso en la sombría tierra. Y yo digo
que es el ser que amamos…
Quisiera
ver su andar amable
y el claro
brillo de su rostro,
más que
todos los carros de los lidios
y todos los
soldados y sus armas…
Llueve
hermoso rocío, y se abren
las rosas ,
y el perifollo delicado,
y el
meliloto…
Eros
sacudió mi alma,
como una
ráfaga en el monte
cae sobre los árboles…
Volviste…,
e hiciste bien…
llegaste…,
yo mucho te extrañé…
y sosegaste
mi corazón ardiente de añoranza…
No puedo tejer, madre, mi tela; estoy enferma
por obra de
Afrodita y por la añoranza
de un esbelto
muchacho…