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sábado, 24 de marzo de 2018

Intrincado camino de luz

Intrincado camino de luz

       Ahora escribimos del villatodosantino Antonio Estévez, y podemos decir que él comienza desde muy temprana edad a develar intrincado camino de luz; seguramente desde ese momento de las seis, cuando empieza a clarear el día, o a las seis de la tarde, cuando se confunden los colores en claroscuros de atardecer; en el universo de la música Antonio Estévez emprendió una larga búsqueda en los distintos sonidos de la naturaleza, y él los comenzó a escuchar, mientras atravesaba y andaba los tantos caminos del llano y del mundo, esos sonidos que abrigan los esteros, los que se cobijan en las matas a campo abierto, en los callados o sigilosos de las lagunas apartadas, en los de los ríos de paso lento o de cauces estruendosos; él en su curiosidad de músico se detuvo frente a la sabana, y se entretuvo en los ecos lejanos y cercanos de variedad de sonidos, y se dedica a desandar nuevos rumbos en los sonidos del zumbidoulular de las chicharras, indaga en las aguas chapoteadas a pie o a caballo, en curiara o en bongo, y nunca da punto final a su búsqueda, solo se da pausas para descifrar el lenguaje oculto de lluvias o chubascos, o el sonido del agua en el cuenco trambucado en el aljibe o jagüey; Antonio Estévez se movía con inquietudes, curiosidades y búsquedas, y sin saberlo estaba haciendo nueva historia de la música; él llega a pregonar cada sonido ronco del bordón del arpa, que rompe en el canto del gallo que en cantilena continua llega hasta el gallo de al lado y al de más allá; el maestro creaba y seguía buscando nuevos sonidos en el vuelo de las abejas en su vaivén, en el canto de la pavita o del cucarachero en distintas horas; y de esta forma Antonio Estévez con el don de la música llega a crear la Cantata Criolla, y la rebasa, y sigue y nos llega a hablar con la música del alma en sus tormentos, que aun siendo con dolores, los trueca en amores; y así vivió entre sonidos, desde los más ordinarios hasta los más sutiles de la abstracción musical; y siguió buscando en los sonidos de trompos y zarandas, cuando bailan y danzan, en el tañer de los campanarios de aldea, en los sonidos de sabana abierta de truenos fieros y de rayos y centellas sobre los esteros, en el sonido del cuatro, en el repiqueteo de la lluvia y de las maracas; y sí en presente continuo el villatodosantino Antonio Estévez es maestro que persiste el andar intrincado camino de luz en el vasto universo de la música.

Adelfo Morillo