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jueves, 13 de febrero de 2014

En casa



En casa

     Una mañana de febrero de 1999 salí de la Universidad Rómulo Gallegos, me fui caminando y cuando llegué a la esquina sureste del Liceo Humboldt se me emparejó Nelson, un amigo, nos saludamos y caminando empezó a decirme Profesor, ¿tú estás interesado en comprar una casa? Es una casa grande de tres habitaciones, sala comedor, cocina y un baño, tiene bastante terreno, el dueño es Eulices, tú lo conoces, él también es profesor y trabajó contigo en la Escuela Técnica, la está vendiendo en siete millones, y él da facilidades de pago, a lo mejor lo que no te va a gustar es el sitio… Solo en ese momento le pregunté ¿Dónde es el sitio? En la Misión de Arriba, me dijo. Claro, que sí me gusta… Bueno, yo voy a llamar a Eulices, porque él vive en Maracay…
     Una tarde de agosto andaban conmigo en el carro mis hermanas Pina y Greta y mi sobrina Bexy, andábamos por la Misión y les dije que fuéramos a ver la casa que me estaban ofreciendo en venta, llegamos hasta allá, y desde el carro cuando miré el amplio terreno, dije Esta casa la compro yo… Nos bajamos, tocamos a la puerta, nos atendieron y nos dejaron mirar la casa… Pocos días después busqué a Nelson y le dije que le dijera a Eulices que mandara a desocupar la casa, y fue así como el martes dos de noviembre cuando llegué a la Universidad, la secretaria me recibió diciéndome Profesor, aquí le dejó el dueño de la casa las llaves… Esa misma tarde busqué a un obrero para que pintara por dentro toda la casa, le entregué brochas y varios galones de pintura blanca, el viernes en la tarde de esa misma semana me entregó las llaves, porque ya había pintado la casa, le pagué y le di las gracias… Y el sábado seis le quité prestada la camioneta a Aquino, un profesor amigo, y en la tarde con un ayudante hicimos dos viajes con la mudanza…   

     En estos días me dijo Aquino Estás como quieres, tienes la casa como la soñabas, con bastante terreno para sembrarlo de matas… Y sí, le agradezco a Dios cada día por haberme ubicado en este rincón de calle ciega, donde cada momento algo grato me sorprende y alegra…