Andanza por nuestro
idioma 65
Una mañana fui al mercado, y en la
carnicería me preguntó el dependiente ¿Qué
quiere, abuelo..? Del latín aviola,
y me sorprendió la palabra, porque hasta ese momento no había asimilado la idea
de que soy abuelo…
Y de abuelo hago inventario de mi vida, y
puedo asegurar que no he cometido ninguna fechoría… Sí sé que he ofendido con
palabras y con indebidos actos a mujeres
y a hombres, y asimismo he caído en tantas equivocaciones y hasta he reincidido
en los mismos errores, incluso perdí la cuenta de imprevisiones e imprudencias
que pudieron poner en riesgo mi existencia, solo Dios sabe cómo estoy
escribiendo con salud física a mi edad, también aseguro que tantas veces de las
que me equivoqué, después me prometí enmendarme, y me fue duro reaccionar, pero
aquí estoy procurando seguir el buen camino de amor…
Ahora le doy sentido de vida a cada cosa
que se manifiesta frente a mí; donde estoy, observo y me dejo sorprender por
los más pequeños detalles, una hoja que se desprende y pienso que empezará a
descomponerse para dar paso a nuevas criaturas, si converso con hombre o mujer,
escucho la música viva de sus palabras, me río de los cuentos que me dicen, y
si llueve, miro cómo va llegando la lluvia y aspiro su olor y frescura… A los
niños los miro jugar, a veces se caen y vuelven a levantarse, algunos lloran,
otros corren, saltan, gritan, y si se trata de mis nietos, los recibo, cuando me
buscan, los dejo vivir sus momentos, y hasta huelen mis sábanas, se cubren con
ellas, y dicen que huelen al abuelo, yo nada digo, me sonrío en silencio, y me
deleito con los regalos puros de su inocencia infantil…
Desde cuando empecé a ir a la escuela, me
gustó, me gradué, laboré treinta y siete años de docente y no sé cuánto
conocimiento teórico he aprendido, pero sé que la condición de ser humano
supera todo nivel de conocimientos escolásticos y enciclopédicos, y entonces me
dejo llevar por los llamados de donde me necesitan, y acudo y busco dar lo
mejor de mí; mientras siguen pasando días y noches, pienso y siento por todas
las cosas feas que he ido dejando en el olvido, y doy gracias a Dios, para que
guíe mis pasos por su senda, clara en ocasiones y misteriosa tantas veces, que
no logramos descifrarla, pero como es bueno en amor, cuando nos creemos
perdidos, Él nos vuelve a iluminar el camino…