El dulce encanto de la
lluvia
La lluvia tiene un lado trágico… Quiero
hablar del lado amable de la lluvia, las veces cuando caminé con mi amiga linda
en cuerpo y alma dejándonos caer la lluvia en Mérida, ella y yo decíamos cosas
bonitas de la lluvia menuda, contemplábamos la cortina de lluvia y
conversábamos y cómo reíamos, a menudo recuerdo el domingo, cuando fuimos a
misa, andaba con su familia y yo los acompañaba, fue cuando era una iglesia
pequeña en el Colegio San Luis, y hacía un frío benigno y rico y había una
lluvia muy menuda y una neblina de ensueño…
Tiempo después comencé a caminar con Ilva,
la segunda vez cuando caminábamos, nos cayó un aguacero de marca mayor, y
frente a la avenida Urdaneta estaba un jazminero, me llegué hasta él y
desprendí unas florecitas, y se las di y después de olerlas, se las colocó en
el pelo, y cuánto le gusto el suave aroma de jazmín… Cuando íbamos subiendo por
la avenida Independencia, venía mi amiga en el carro del papá, nos invitó a
subir y nos llevó hasta nuestras residencias…
Desde mi infancia me ha gustado bañarme
con la lluvia, y todavía cada vez que llueve, si estoy en la casa me desnudo y
me baño bajo la lluvia, a veces mi hijo Fabio me acompaña… Y sigo mirando
alegre y pensativo la lluvia benigna y linda cuando cae, no la rehúyo, si estoy
en la calle, sigo caminando bajo la lluvia… En tiempos de lluvia las plantas se
visten de colores vivos, brillantes y tiernos, y aquí en el llano fauna y flora
muestran sus encantos: grillos, ranas y sapos, luciérnagas, lagartijas, boras y
mastrantos, chaparros y salados…
Sí, la lluvia tiene un lado trágico, pero
a mí me gusta escribir el dulce encanto de la lluvia sobre los campos y entre
los charcos…