Qué delicia es el perfume de la música
Desconocedor feliz de la muerte…, así escribe Borges acerca de un gato, que
es también cualquier otro animal, y asimismo cada ser humano fuera del común;
recuerdo a Sócrates, en Atenas tantos años antes de Jesucristo, ante sus
discípulos, cuando ya había ingerido la copa de veneno cicuta, conversaba y
decía que no se entristecieran, al contrario debían sentirse alegres como él,
puesto que moría el cuerpo, pero el alma iba a reunirse con la divinidad…
Cada persona tiene una idea acerca de la
muerte, la mayoría la teme, se espanta y ni siquiera gusta nombrarla; en la
literatura da argumento a sinnúmero de tramas violentas, idílicas, tragicómicas
o románticas…
Jesucristo habló de inmortalidad en la
resurrección, y así no los demuestra cada día en su triunfo de espíritu sobre
la muerte…
Yo intento no pensar en la idea de
muerte, procuro glorificar cada espacio y cada instante en amor, fe, alegría,
paz y bondad. Y así amo la lluvia menuda o torrencial, no la puedo detener;
tengo fe en que podemos ser mejores hombres y mujeres; si somos mezquinos, cada
día podemos ser menos mezquinos; si somos envidiosos, cada día podemos ser
menos envidiosos; me gusta la paz interna, en el hogar, con los vecinos, con la
gente en general; y la bondad la podemos prodigar con palabras amables y con
acciones y reacciones afables…
Felices
los felices…, escribe en algún momento Borges, ¿y quiénes son los felices?
Los griegos decían que no se podía llamar feliz a alguien hasta que no muriera,
y una forma de entender esa idea, es que el muerto ya no tendrá más angustias
ni pesares en ente mundo terrenal…
La
flor marchita nunca volverá a florecer…, así escribe en una línea Omar
Kheyyam; mas cantemos, porque las plantas permanezcan en este planeta y sigan floreciendo
y dando frutos, verduras, colores y aromas… Qué delicia es el perfume de la
música que nos gusta, nos eleva, nos lleva y nos devuelve a la vida…