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martes, 28 de febrero de 2017

Pásame acá la guitarra 1

Pásame acá la guitarra            1

       La palabra castellana crónica, significa algo que sucede en el tiempo, viene de la lengua griega xroniká, y la lengua latina la tomó chronica; yo empleo la crónica para darle vida en el tiempo a palabras, anécdotas, canciones, cuentos, cachos, conversas, chistes, humoradas, refranes, dichos, leyendas, mitos, y a cada uno de esos sucesos menudos que ocurren en la vida diaria de los pueblos; como los que se viven particularmente en esta Villa de Todos los Santos, donde se avivan diversos acontecimientos, unos menudos o muy menudos y otros de mayor relevancia, y busco recoger cualquiera de tales acontecimientos, que son esencia de vida de una persona, de dos o más personas, de una vecindad, o de la comunidad general de este pueblo o ciudad; y uno de ellos sucedió el viernes 24 de febrero de 2017, la mañana mostraba una gran colcha de nubes por los cuatro costados del horizonte y soplaba agradable brisa, cuando llegué a la sede de la Escuela de Historia de la Universidad Rómulo Gallegos, ubicada en esta Villa, saludé y le dije a Isabel, obrera en esta sede, que, por favor, me sirviera un cafecito negro, en este caso era un guarapo o guayoyo, y luego silbé al estudiante de Segundo año de Historia, Rosario Bruno, que me había ofrecido un libro escrito por Germán Fleitas Beroes, me hizo entrega del libro, y luego nos vinimos en su camioneta hasta mi casa, nos despedimos y de inmediato  me senté a revisar el ejemplar Pásame acá la guitarra… Pasajes y joropos…, y cuyo autor es el poeta camaguanense y nacional Germán Fleitas Beroes; y este escribe en las líneas iniciales del Prólogo… En el año 1952 me encontré con Juan Vicente Torrealba Pérez… Y me abstraje al pensar que yo nací en esta Villa de Todos los Santos el 15 de marzo de 1952, y que el pasado lunes 20 de febrero cumplió cien años de vida y salud el compositor y artista del arpa Don Juan Vicente Torrealba Pérez; y esta crónica la voy a hacer con versos tomados del cristalino manantial de creación de Germán Fleitas Beroes

Ni las estrellas que alumbran al mes de abril
tienen los finos destellos de tu mirar…
                                                              Música de Chucho Moreno Moreán

Tus manos, tu boca, 
tu cuerpo moreno,
todas las mañanas
quisiera besar…
                                  Música de Héctor Rincones Sosa

Las golondrinas de tus últimas palabras
se me quedaron anidadas en el pecho…
                                                                 Música de Ignacio Indio Figueredo

Entre los grandes favores
que voy a pedirle a Dios,
quiero que me dé tus amores
y lo dulce de tu voz…
                                    Música de Rafaelito Rojas

       A partir de aquí las composiciones musicales son de Juan Vicente Torrealba a las letras de Germán Fleitas Beroes

Quisiera con noble empeño
poder de nuevo mirar
el horizonte apureño
abierto de par en par…

Quisiera saber por qué,
saber porqué la sabia naturaleza
le puso tanta hermosura, hermosura,
a la mujer guayanesa…

En las ramas de un samán
los gallos buscan el día
y cruza en la lejanía
un canto de alcaraván…

Sobre el potrillo alazán 
cuántas veces en mi infancia
me topé con tu fragancia
Estero de Camaguán…

Con el primer aguacero
se puso lindo el rosal,
volvió la garza al estero,
volvió la copla al corral
y lucen sus trajes nuevos
la palma y el pajonal…


De nuevo la luna llanera
me alumbra con su resplandor;
ventana, ventana pueblera,
que guardas secretos de amor, de amor…

Muchacha de mis recuerdos
tú me quemaste por dentro
con el fuego de tus ojos,
con el calor de tus besos…

Por culpa de tus caprichos
paso la vida llorando,
dime, Carmen, hasta cuándo…

Del horizonte a la palma
se oye un canto de cigarra
y el dolor de una guitarra
que se me clava en el alma…

Desde que tú te marchaste
no hay música en los caneyes,
se secaron los jagüeyes
y las rosas que sembraste…

Solamente dos favores
quisiera pedirle a Dios:
-ser patrón de tus amores,
ser el eco de tu voz-…

Oye bien lo que te digo:
¡no te vayas corazón,
que quiero bailar contigo
el golpe del Cigarrón!…

Bajo la luz de la luna crece el rumor
de las olas que siempre vienen y van;
hacia ti va mi amor, 
hoy más que nunca te quiero con loco afán…

Qué noche más linda para mí,
la luna jugando con los dos
y el suave murmullo de tu voz
contando los besos que te di…

Las alas del viento, mi vida,
sacuden las sombras,
arrecia la lluvia nocturna,
se escucha tronar…

Coplero del llano adentro
las gracias te vengo a dar 
y este alegre Pajarillo
hoy te quiero dedicar…

¡Anda caramba!, en una verde pradera
vuelvo y te digo, donde existe un manantial…

Catirita sabanera,
de nombre Rosa María,
me quise casar contigo, 
cuando no te conocía…

       Las letras de estas canciones de Germán Fleitas Beroes, solo llegan con sentido a las gentes con querencias por estas llanuras, a esa gente que conoce el aguaje baboso de las guabinas, que andan a pie, a caballo o por agua, por picas, trochas, atajos y caminos de tierra, y por esos caminos que andan, cuando van agua arriba o agua abajo por alguno de esos ríos llaneros; son canciones con letras de querencias de amores o desamores, del hombre que trasnocha por amores de alguna muchacha o de la mujer por amores de algún hombre de sabana, de caballo y de copla dulce en los labios; son letras que escuchamos desde los años mozos y que ahora remozamos con recuerdos de tantos trasnochos de luna o sin luna, de chubascos o de sequías, y de escasos bastimentos, un pedazo de queso blanco de cincho, un pedazo de panela, alguna bolsa de catalinas y de beber el agua de lagunas, quebradas, ríos o esteros, y en pensamiento y en el sentimiento hondos suspiros del alma aquerenciada de cercanías y lejuras, bajo horizontes de llanos abiertos y tendidos, donde siempre hay espacio para las capoteras, los chinchorros de dormir y las colchas ligeritas como la brisa de tales inmensidades de tierra llana y de cielo de sol recio o de luna y sin luna y de estrellas fijas o fugitivas.

                                                                                         Adelfo Morillo