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martes, 6 de octubre de 2015

Tras de una vida sencilla 29


Tras de una vida sencilla                      29

       Vivimos entre expresiones violentas y groseras, ya no hay sitio, donde no se escuchen referencias soeces; en los medios de comunicación predomina el mal gusto, la chabacanería, las alusiones mordaces y groseras; las películas en su mayor parte llevan mensajes de violencia; los noticieros o noticiarios proyectan como noticia los desatres, tragedias y tantos hechos de violencia; observamos guerras en distintas partes del mundo, y cada día envenenamos más el planeta, y el planeta poco a poco busca cómo respirar sano y limpio, y entonces se mueve en terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, incendios forestales; y los hombres y mujeres no nos damos cuenta, no queremos renunciar a la vida de lujo y consumo y de derroches, y los gobernantes de los grandes países quieren pasar por encima de las pequeñas y débiles naciones, exportan guerras, bombardean, exterminan inocentes, hasta niños, y luego acuden a las disculpas y perdones, y esos hechos criminales los llaman incidentes, y las gentes en la miseria y muriendo de hambre solo aparecen en estadísticas…

       Escuchamos expresiones violentas y groseras, recuerdo hace más de cuarenta años, era una mañana y estábamos reunidos con Briceño Guerrero, cursábamos con él Pensamiento Clásico, y nos decía que ahora los compañeros se saludaban ¿Hola, desgraciado, dónde estabas..?, y con otra serie de expresiones de camaradería, porque ya no da nota saludarse ¿Hola, amigo o amiga, cómo estás..?, o con tantas otras manifestaciones de cariño y de respeto mutuos, propios de amigos y compañeros…
        Hoy día la situación es más crítica, porque ahora son expresiones muy violentas y groseras, y tanta gente muestra semblantes de desconfianza y de malestar… Pienso que si cada uno de nosotros hace verdadero reconocimiento de que así negamos la auténtica condición humana, solo entonces podemos mejorar nuestras actitudes, palabras, acciones y reacciones, para andar la cotidianidad con manifestaciones amables, y para ello debemos acudir a la paciencia, aprender a callar, y a ser muy respetuosos por sobre cualquier circunstancia, por muy complicada o fea que se nos presente…
    Adelfo Morillo