De migraña a garúa
pasajera
Hay en la vida dolores físicos tan
fuertes, lo sabemos… Cuando estudiaba cuarto grado de primaria en el Grupo
Escolar Ramón F. Feo, después de almorzar en el comedor de la escuela nos
fuimos a jugar fútbol, y en mitad del partido me empecé a sentir mal, se me
aparecían sombras danzantes frente a mi vista, luego me comenzó un dolor en un
ojo como si un clavo se me fuera encajando, y cuando llegué a casa, me fui al
baño y vomité, y como cosa mágica todo el malestar se desvaneció, quedé
sudoroso y frío; este padecimiento físico lo tuve una mañana en la sastrería,
donde trabajaba, Piero el sastre me llamó y yo me quedé sentado frente a la
máquina de coser y al rato grité no veo,
no veo; Antonio también sastre y hermano de Piero, me tomó de un brazo y me
preguntaban mostrando la mano, cuántos dedos son estos, y yo solo decía no veo, no veo; Antonio me llevó al
carro, lo encendió, arrancó y me llevó a la Clínica Pérez Guillén, el
médico dijo que era anemia y me recetó unas grageas de Dayamineral, después
Antonio me llevó a la casa; esta dolencia continuó siendo recurrente, y un día
cuando ya estudiaba bachillerato, estaba mirando televisión, cuando de pronto empiezan
a hablar de la migraña, la médico decía que comenzaba con escotomas, sombras
danzantes frente a los ojos, que a tal dolencia también se le da los nombres de
cefalea, cefalalgia, jaqueca y hemicrania, y los escotomas eran seguidos de
dolores punzantes en una parte de la cabeza, luego dijo que los causantes
podían ser mala digestión, recibir reflejos de luz directos en los ojos,
angustias, desvelos o trasnochos, vaso contracción, que consiste en arterias,
venas y capilares que se contraen, y mientras dura la migraña hay fotofobia, se
huye de la claridad, por tanto lo aconsejable es acostarse en un sitio oscuro o
en su defecto taparse los ojos para evitar la luz; pasaron los años y siendo
estudiante en la
Universidad de Los Andes, en Mérida, fui remitido por una
orientadora del Organismo de Bienestar Estudiantil a un médico general, este me
preguntó por los síntomas de mi malestar, y le dije que miraba sombras danzando
que me perturbaban la visión, dolor en un ojo como un clavo encajado y que se
me pasaba todo el malestar después de que vomitaba, me dijo que era migraña, y
me preguntó qué tomaba contra eso, le respondí que nada, que solo esperaba
hasta cuando me pasara, y me dijo tú sí eres
bravo, me recetó Parsel, para que tomara treinta gotas en medio vaso de
agua, cuando sintiera que me iba a
comenzar esa dolencia… No sé cuántas veces me ha dado esta mala cosa, pero no
olvido un sábado, cuando la migraña me comenzó en la mañanita y me duró todo el
día, y eran como las nueve de la noche y cuando caminaba sentía como si no
pisara el piso, como si levitara, me sentía como si no tuviera cuerpo, de tal
manera me había molido el traumatismo, me sentía como un trapito empujado por
el viento; pero ahora; gracias a Dios, casi no me da, y cuando me da, solo miro
algunos pequeñas sombras danzando frente a mi visión y un ligero malestar en la
cabeza, y esto comparado con lo que fue, es apenas una garúa pasajera y no el
aguacero o chubasco como el de aquel sábado, cuando hasta pensé, que ese día me iba a morir…