Más allá de la muerte resplandecen
las almas
Era de noche y estaba sentado mirando
bailar a mis abuelos maternos, que me estaban criando desde una semana de mi
nacimiento, y por eso les decía papá y
mamá… Miraba a mi papá y pensé cuán solo me iba a sentir, cuando él muriera,
fue la primera vez que me acudió la idea de la muerte… Tenía diez años y mi
papá murió, cuando yo tenía treinta y dos años, y mientras lo miraba inerte, me
abstraje pensando cuando yo tenía seis, siete y ocho años y lo acompañaba
caminando o en la canoa para tantos sitios, la misa fue realizada en la Catedral de San Fernando
de Apure, y yo no escuchaba nada de la misa, andaba en la canoa surcando el
Apure agua arriba y agua abajo junto a él… Fueron tantas las cosas que viví
junto a mi papá… Y ahora sé que la muerte es un hecho de vida, pero la esencia
de las gentes permanece en el recuerdo de los que los han conocido y los han
amado… Mi papá me sonríe, cuando escucho música de arpa, y mi mamá se hace
presencia, cuando miro a alguna mujer bailar bien un joropo… Pero la idea de la
muerte está presente en cada persona, a algunos les da miedo hasta pronunciar
su nombre, otros dicen que no le temen, pero para mí no es miedo a dejar la
vida, sino es el dolor de dejar las cosas y a los seres que amamos y que nos
aman… Y hasta cuando ese hecho inexorable de mortalidad me llega, entre tantas
otras cosas, también seguiré escribiendo mis sencillas objetividades y
subjetividades de esta vida que me tocó vivir, y de cómo la voy comprendiendo
sin amarguras ni nostalgias… Estuve al lado de mis padres hasta los veinte
años, cuando me fui a Mérida a estudiar en la universidad, y nunca escuché que
ellos hablaran de la muerte, él vivía para cosas básicas y cotidianas, porque
aun trabajando lo hacía con alegría… Entonces sigo aquí en este rincón de
Calabozo, donde busco descifrar los mensajes transparentes y otros tan
misteriosos que nos vienen de Dios… Olfateo el amor en la brisa diurna y
nocturna, me percato de la alegría en las mejillas de las flores, y acreciento
mi fe en la luz del sol y de la luna… Y entonces más allá de la muerte
resplandecen las almas que les dan calor y aliento a nuestros cuerpos…