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domingo, 9 de junio de 2013

Más allá de la muerte resplandecen las almas


Más allá de la muerte resplandecen las almas

     Era de noche y estaba sentado mirando bailar a mis abuelos maternos, que me estaban criando desde una semana de mi nacimiento, y  por eso les decía papá y mamá… Miraba a mi papá y pensé cuán solo me iba a sentir, cuando él muriera, fue la primera vez que me acudió la idea de la muerte… Tenía diez años y mi papá murió, cuando yo tenía treinta y dos años, y mientras lo miraba inerte, me abstraje pensando cuando yo tenía seis, siete y ocho años y lo acompañaba caminando o en la canoa para tantos sitios, la misa fue realizada en la Catedral de San Fernando de Apure, y yo no escuchaba nada de la misa, andaba en la canoa surcando el Apure agua arriba y agua abajo junto a él… Fueron tantas las cosas que viví junto a mi papá… Y ahora sé que la muerte es un hecho de vida, pero la esencia de las gentes permanece en el recuerdo de los que los han conocido y los han amado… Mi papá me sonríe, cuando escucho música de arpa, y mi mamá se hace presencia, cuando miro a alguna mujer bailar bien un joropo… Pero la idea de la muerte está presente en cada persona, a algunos les da miedo hasta pronunciar su nombre, otros dicen que no le temen, pero para mí no es miedo a dejar la vida, sino es el dolor de dejar las cosas y a los seres que amamos y que nos aman… Y hasta cuando ese hecho inexorable de mortalidad me llega, entre tantas otras cosas, también seguiré escribiendo mis sencillas objetividades y subjetividades de esta vida que me tocó vivir, y de cómo la voy comprendiendo sin amarguras ni nostalgias… Estuve al lado de mis padres hasta los veinte años, cuando me fui a Mérida a estudiar en la universidad, y nunca escuché que ellos hablaran de la muerte, él vivía para cosas básicas y cotidianas, porque aun trabajando lo hacía con alegría… Entonces sigo aquí en este rincón de Calabozo, donde busco descifrar los mensajes transparentes y otros tan misteriosos que nos vienen de Dios… Olfateo el amor en la brisa diurna y nocturna, me percato de la alegría en las mejillas de las flores, y acreciento mi fe en la luz del sol y de la luna… Y entonces más allá de la muerte resplandecen las almas que les dan calor y aliento a nuestros cuerpos…