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lunes, 5 de octubre de 2015

Tras de una vida sencilla 28


Tras de una vida sencilla                        28

       Un domingo estuvimos pescando en las compuertas de la represa del sistema de riego del río Guárico, llegó la tarde, empezaba a anochecer, no pudimos pescar nada, decidimos irnos a casa; yo me fui con Jorge Luis, mi hijo, en la bicicleta, y cuando íbamos entre las carreras 11 y 12, Jorge atascó uno de los pies entre la horquilla y el caucho delantero de la bicicleta, esta se frenó y salimos disparados por los aires, caí sobre el pavimento, Jorge cayó sobre mi pecho, un conocido nos auxilió, se ecargó de la bicicleta para llevarla a la casa, nos llevó hasta un taxi, y el taxista nos condujo hasta el hospital, el médico revisó a Jorge, y dijo que no tenía ni un rasguño; yo tenía un golpe y raspaduras en la frente, la enfermera me hizo una cura, y nos fuimos a casa, ya el vecino conocido había llevado la bicicleta; en cuanto a mí, parecía que no había sido nada de cuidado. Me acosté y al rato, cuando quise levantarme, no podía ni moverme, después de forcejear un buen rato, pude ladearme y con mucha dificultad y fuerte dolor logré levantarme, y a partir de ese momento me comenzó un intenso dolor alrededor del cuello; al día siguiente amanecí con la cara hinchada, con hematomas y moretones, la garganta obstruida, no podía ingerir alimentos, hasta beber agua se me dificultaba y sentía dolor; en la tarde mi mamá me visitó, y me encontró acostado en el chinchorro, en el corredor, mandó a comprar una lechosa, para que Ilva, mi mujer, hiciera un batido. Recuerdo que fueron veinte días con sus noches de continuo dolor, me calmaba con pastillas de Novalcina, cuando las tomaba, el dolor me daba una tregua como de una hora, el cuerpo se relajaba y me quedaba dormido, cuando pasaba el efecto del calmante, me despertaba por el dolor.
       Tiempo después fui con Genny, mi mujer, y con Jairo y Javier, mis hijos, a Los Teques; fuimos con Jesús, mi cuñado neurocirujano, llegamos hasta el hospital Victorino Santaella, donde él trabaja; esa mañana le tomaron una radiografía a Jairo en un brazo, y pudieron mirar el radiólogo y Jesús, que Jairo tenía un osteocondrioma, y Jesús quiso que me tomaran una radiografía, para cerciorarse de si tenía alguna lesión en la cervical, cuando proyectaron la radiografía, pudieron darse cuenta de que yo tenía la tercera y la cuarta vértebras cervicales aplastadas, y a eso se debía el impedimento que no me permite ladear el cuello, y se preguntaban cómo no sufría de intensos dolores, y comentaron que en la caída, había podido quedar cuadripléjico o haberme desnucado.
       A partir de entonces comencé a hacerme preguntas ¿Habrá alguna misión importante para mí en la vida? Seguía con dudas y preguntas, pensaba en la idea de Dios, y trataba de leer el significado de ese accidente.
       Y desde hace algún tiempo empecé a encontrar amor y fe en Dios, y ahora intento escribir lo más claro que puedo, porque quiero que ustedes, que leen estas líneas, las comprendan, y está en ustedes, si quieren encontrar el camino de verdad y de vida, que vivió y predicó Jesucristo.
       Yo no soy mejor que ninguno de ustedes, amigos lectores, solo procuro equivocarme menos, y para ello voy en mi día a día tratando de no salirme en ningún sitio y en ningún momento de la senda del amor, para que mis actitudes, mis palabras, mis acciones y reacciones puedan ser amables, y asimismo estoy pendiente de no equivocarme por alguna omisión voluntaria o involuntaria, por la que no haya dado o servido a alguien que haya solicitado de mis atenciones…
Adelfo Morillo