Tras de una
vida sencilla 28
Un domingo estuvimos
pescando en las compuertas de la represa del sistema de riego del río Guárico,
llegó la tarde, empezaba a anochecer, no pudimos pescar nada, decidimos irnos a
casa; yo me fui con Jorge Luis, mi hijo, en la bicicleta, y cuando íbamos entre
las carreras 11 y 12, Jorge atascó uno de los pies entre la horquilla y el
caucho delantero de la bicicleta, esta se frenó y salimos disparados por los
aires, caí sobre el pavimento, Jorge cayó sobre mi pecho, un conocido nos
auxilió, se ecargó de la bicicleta para llevarla a la casa, nos llevó hasta un
taxi, y el taxista nos condujo hasta el hospital, el médico revisó a Jorge, y
dijo que no tenía ni un rasguño; yo tenía un golpe y raspaduras en la frente, la
enfermera me hizo una cura, y nos fuimos a casa, ya el vecino conocido había
llevado la bicicleta; en cuanto a mí, parecía que no había sido nada de
cuidado. Me acosté y al rato, cuando quise levantarme, no podía ni moverme,
después de forcejear un buen rato, pude ladearme y con mucha dificultad y
fuerte dolor logré levantarme, y a partir de ese momento me comenzó un intenso
dolor alrededor del cuello; al día siguiente amanecí con la cara hinchada, con
hematomas y moretones, la garganta obstruida, no podía ingerir alimentos, hasta
beber agua se me dificultaba y sentía dolor; en la tarde mi mamá me visitó, y
me encontró acostado en el chinchorro, en el corredor, mandó a comprar una
lechosa, para que Ilva, mi mujer, hiciera un batido. Recuerdo que fueron veinte
días con sus noches de continuo dolor, me calmaba con pastillas de Novalcina,
cuando las tomaba, el dolor me daba una tregua como de una hora, el cuerpo se
relajaba y me quedaba dormido, cuando pasaba el efecto del calmante, me
despertaba por el dolor.
Tiempo después fui con
Genny, mi mujer, y con Jairo y Javier, mis hijos, a Los Teques; fuimos con
Jesús, mi cuñado neurocirujano, llegamos hasta el hospital Victorino Santaella,
donde él trabaja; esa mañana le tomaron una radiografía a Jairo en un brazo, y
pudieron mirar el radiólogo y Jesús, que Jairo tenía un osteocondrioma, y Jesús
quiso que me tomaran una radiografía, para cerciorarse de si tenía alguna
lesión en la cervical, cuando proyectaron la radiografía, pudieron darse cuenta
de que yo tenía la tercera y la cuarta vértebras cervicales aplastadas, y a eso
se debía el impedimento que no me permite ladear el cuello, y se preguntaban
cómo no sufría de intensos dolores, y comentaron que en la caída, había podido
quedar cuadripléjico o haberme desnucado.
A partir de entonces comencé
a hacerme preguntas ¿Habrá alguna misión
importante para mí en la vida? Seguía con dudas y preguntas, pensaba en la
idea de Dios, y trataba de leer el significado de ese accidente.
Y desde hace algún tiempo
empecé a encontrar amor y fe en Dios, y ahora intento escribir lo más claro que
puedo, porque quiero que ustedes, que leen estas líneas, las comprendan, y está
en ustedes, si quieren encontrar el camino de verdad y de vida, que vivió y
predicó Jesucristo.
Yo no soy mejor que ninguno
de ustedes, amigos lectores, solo procuro equivocarme menos, y para ello voy en
mi día a día tratando de no salirme en ningún sitio y en ningún momento de la
senda del amor, para que mis actitudes, mis palabras, mis acciones y reacciones
puedan ser amables, y asimismo estoy pendiente de no equivocarme por alguna omisión
voluntaria o involuntaria, por la que no haya dado o servido a alguien que haya
solicitado de mis atenciones…
Adelfo Morillo
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