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miércoles, 19 de junio de 2013

Porque demos y recibamos alegres sorpresas


Porque demos y recibamos alegres sorpresas

     Sabemos que las sorpresas pueden darnos alegrías o tristezas… A todos nos gusta las gratas sorpresas… Cuando era niño en las bodegas y pulperías vendían sorpresas, estas consistían en pequeños cartuchos hechos con cartulina, que contenían caramelos y otros dulces, también pequeños juguetes, y en la cartulina grababan el nombre yoyo, perinola, metras, trompo, cuaderno, lápiz, sacapuntas, y con papel de colores envolvían las cartulinas, y el bodeguero o pulpero nos entrega lo que decía en la cartulina, pero asimismo había cartulinas que no tenían ningún nombre grabado, suponemos que ahí estaba la ganancia del comerciante, en que fueran más las cartulinas en blanco; y así como nos alegrábamos cuando algún nombre estaba impreso, mucho nos molestaba, cuando la cartulina no tenía grabado ningún nombre, entonces la sorpresa era agradable o desagradable, según el caso, pero siempre manteníamos el encanto, la curiosidad y el suspenso… Las pulperías desaparecieron y las bodegas son muy escasas, ahora sería una grata sorpresa conseguirnos con alguna pulpería…
     Cuando trabajaba en la sastrería, recuerdo que una vez hice algo indebido, y días después pensaba que Piero el sastre todavía se acordaba de eso, y mi sorpresa fue cuando le pregunté, si estaba molesto por mi grosero comportamiento, y él me dijo que no, que eso ya había pasado… Otra vez yo estaba cosiendo unos ojales, y de pronto  el sastre descolgó un pantalón de kaki, con la cinta métrica le tomó la medida a la cintura, me vio y me lo regaló, y cuando terminé mi primaria, sacó un suéter y me lo dio de regalo por haber culminado bien mis estudios, sorpresas como esas siempre me han gustado, y todavía me inunda la alegría, cuando estas cosas se me presentan, como el sábado, cuando llevé a mi hija Ilisabel a la peluquería, y en el trayecto me sorprendió, extrajo de su bolso un perfume y me lo regaló, bromeamos porque el nombre es Burning (ardiente), yo dije llamarada, y ella me dijo que tuviera cuidado con una quemadura, me roció una prueba en la mano, y me preguntó, si me gustaba, y le dije que mis últimas colonias tenían una fragancia parecida… No podemos evitar las sorpresas tristes, pero roguemos porque demos y recibamos sobre todo alegres sorpresas…