En El Picacho 15
Era costumbre en casa de cuando llegaba
visita, si era de mañana o de tarde, mi mamá les ofrecía café, y me quedaba
mirando a los hombres, porque si el café estaba caliente, lo volcaban del
pocillo o taza al platillo, y algunos hasta lo soplaban, y poco a poco se lo
iban tomando; también si era en la mañana, mi mamá les servía desayuno, y si se
quedaba para el mediodía, preparaba almuerzo para todos, y compartíamos, y si
llegaba en la tardecita, le brindaba cena, y se daba ocasiones que se quedaba
varios días con nosotros, como recuerdo que lo hacían Adela, la hija la Nena, y el marido de Adela,
asimismo Aníbal Olivares y la esposa Calistra Morillo, mi madrina María
Morillo, y también mi padrino Luis Castillo…
Mi mamá tenía el solar sembrado de matas,
clavellinas, cuarentonas, capachos, cebollín, pasote, parcha, guayabos, y hasta
llegó a sembrar lechugas, y varios días me mandó con una cesta de lechugas por
las calles de San Fernando, para que las ofreciera en venta de puerta en
puerta, cada mata la ofrecía por medio, pero nadie llegó a comprar ni una sola,
y por eso desistió de tal propósito…
Mi mamá era costurera, ella cortaba y
cosía ropa sobre todo para hombres, hacía pantalones, camisas y hasta
liquiliquis, y todo eso lo cosía a mano; y los retazos de tela los iba echando
en una caja, y con toda su industria y paciencia iba cosiendo retazo tras
retazo, y al final terminaba una sábana, y cuando vestía la cama con esa
sábana, me parecía estar mirando un calidoscopio adornando la cama y el cuarto…
Mi mamá no se me acercaba a darme
caricias, no era dada para eso, pero cuando me enfermaba, buscaba sobre todo
plantas que me bajaran la fiebre, que me hicieran botar el moco de las gripes o
catarros, y si las lombrices me atacaban, me cocinaba pasote y me daba agua de
pasote, y con eso evacuaba rollos de lombrices como si fueran espaguetis
vivientes…