El don de dar alivio, vida y alegría: José Manuel Siso
Siso
El 1º de
diciembre de 1991 me fui con la familia a pescar en las compuertas de la
represa, cuando íbamos, me llevé a mi hija más pequeña, María Cecilia, sentada
en el tubo de la bicicleta, los demás iban a pie… Después de una larga caminata
llegamos hasta el citado sitio, ahí nos pasamos la tarde, y esa vez no tuvimos
suerte, no pescamos nada… Entonces en la tardecita nos vinimos de regreso, opté
por llevarme en la bicicleta a mi hijo, Jorge Luis, porque era el más
fastidiado y cansado, y cuando íbamos por la calle 13, entre carreras 11 y 12,
Jorge metió el pie entre el caucho y la horquilla, la bicicleta hizo un
caballito, salimos disparados y caí de espalda sobre el pavimento, Jorge cayó
sobre mí, yo lo llamaba y no contestaba, lo levanté y lo cargué, le di la
bicicleta a un conocido para que la llevara hasta mi casa, y detuve un taxi y
nos dirigimos al hospital.. Ahí nos atendieron, yo tenía un golpe y una
cortadura en la frente, me suturaron, y Jorge no tenía ni un rasguño, el médico
me dijo que mi hijo todavía estaba dormido…Cuando llegamos a casa, ya era de
noche, me bañé y me acosté boca arriba, y cuando quise levantarme para ir a
comer, no me respondían las piernas, estaba paralizado, al largo rato después
de tanto forcejear pude levantarme de lado… Al día siguiente amanecí con la
cara hinchada y morada, debajo de los ojos mostraba sangre coagulada, y la
garganta por dentro toda hinchada, no podía ingerir nada sólido, y me empezó un
severo dolor en el cuello… En la mañana del siguiente día, le dije a mi hijo
Adelfo Antonio la dirección de un señor que ni siquiera sabía leer, pero tenía
el don natural de dar masajes y de componer torceduras de manos y piernas, como
a media mañana llegaron y José Manuel Siso Siso, nacido en 1914, en El Yagual,
Estado Apure, comenzó a recomponerme el esqueleto, esas sesiones las realizaba
día de por medio, y los fuertes dolores del cuello yo los amortiguaba con
sedantes durante 20 días con sus noches… Pero finalmente a finales de abril de
1992 fue cuando Siso me dio el último tratamiento quiropráctico… Han pasado 20
años y le doy gracias a Dios, por la infinita bendición que hizo en mí José
Manuel Siso Siso, él ya no está en presencia física, pero permanece en estas
letras, y en homenaje a todas las personas que en este pueblo y demás pueblos
del mundo tienen el don de dar alivio, vida y alegría a los que como yo
padecimos o padecen percances de este tipo…