La escalinata
Al final de la carrera 13 con calle 1,
bajando hacia el río Guárico, ahí está la escalinata… El domingo llegué hasta
allá, bajé caminando hasta donde pude, porque la vegetación ha invadido sus
espacios… Ahí en donde llegué, opté por sentarme frente a la espesura… Entonces
me invadieron los decires de la gente de cuando el río era navegable, dicen que
hasta allí llegaban canoas, bongos, fuera de bordas, chalanas, esas
embarcaciones que cargaban plátanos, jojotos, algodón, pescado seco salado,
tabaco curado, tortugas… Recuerdo mis travesuras de cuando estudiaba primaria y
bachillerato, una de ellas fue cuando me bañaba en compañía de unos amigos,
sucedió una de las veces cuando habían levantado las compuertas de la represa,
la corriente era muy fuerte y casi me arrastra, pero uno de los amigos me
tendió la mano y me salvó del peligro… Ahora cuando esto escribo frente a la
computadora, me llegan tantas ideas, pero lo cierto es que ahí está todavía la
escalinata, con las huellas de pasos de antiguos caminantes, paseantes,
comerciantes, viajeros o parejas de enamorados de otros tiempos… Hasta hace
años el Guárico fue de cauce libre, abierto a los vaivenes, ahora es un río
amarrado, represado, canalizado para regar sembradíos y sembrados, para abrevar
y para dar agua a los productores y pobladores de estas tierras calaboceñas y
aledañas… Ahí sentado sobre la escalinata pensé en sudores de esfuerzos, en
sangres de penosas labores, y en lágrimas de pesares o de amores…Cuando subía
de regreso, me alegraba ante la vista de mamones, camorucos, yagrumos,
guaritotos y picapicas, dragos, samanes, congrios, mangos, chaparros, palmas, y
frente al cielo pasaban loros, arrendajos, turpiales, azulejos, pericos… En
estos tiempos a pesar de la tecnología y demás cosas nuevas, ahí a escasos
metros de la plaza Bolívar nos encontramos con la escalinata que evoca otros
tiempos… Si nos animara la idea de las tradiciones, sabríamos mantener estos
cimientos en buen estado, limpios y seguros para caminarlos y recrearnos…Ahora
cuando esto escribo es noche de plenilunio, escucho una canción, saboreo una
guayaba sabanera, huelo fragancias de jazmín y albahaca, y un aliento de
ternuras se conjuga en este instante con recuerdos de la escalinata…