Andanza por nuestro
idioma 17
Damos otro paso y frente a nosotros
miramos jugando a un grupo de niños, y pensamos que siguen practicando los
mismos juegos de siempre, los que jugaron los padres de nuestros padres en sus
tiempos de niños, y los que jugamos nosotros en la infancia, y los niños de ahora
juegan los mismos juegos con trompos y zarandas, con yoyos y perinolas; juegan
y cuentan las cuarenta matas; siguen jugando el escondido y la candelita;
corren jugando el librón o librado, y
continúan montando en sus caballitos de madera, que a veces son palos de
escoba; siguen soltando al viento los papagayos, cometas o volantines,
continúan dibujando el juego del ahorcado y el juego de la vieja; continúan
adivinando pares o nones; se entretienen saltando la semana de pisé o no pisé;
hacen la ronda y afinan la puntería con las metras o canicas, en el juego de
metras se conjuga una serie de aspectos como agilidad mental y habilidades y
destrezas corporales y de inteligencia, se juega con reglas que son acordadas
por los jugadores antes de iniciar los desafíos, además de las curiosas
expresiones que animan el tiempo y las circunstancias del juego… En medio del juego de metras escuchamos
cuando dicen uno y otro jugador: monte o barajo monte; coronita o barajo
coronita; barajo pujinche o cero pujinche o nada de pujinche; uñita o barajo
uñita o nada de uñita; pepe y hueca o piche y hueca, pichihueca, o barajo pepe
y hueca o barajo piche y hueca; hueca o barajo hueca; retruque o barajo
retruque; carretera o barajo carretera; no hagas maraña, juego pero sin marañas,
sin trampas ni quiriminduñes, tú eres marañista, te pasas de marañero; tú sabes
que si haces maraña, la maraña sale; movible o barajo movible; limpio o barajo
limpio; y guerra y persecución hasta la muerte; taima o tiempo para tomar un
descanso; píntate o me pinto; dale agua o pata de jugador no estorba; estoy
ruche o te dejé ruche; me dejaste ruche o me rucharon, pero estas metras que
perdí, son las que yo les ruché ayer, estamos en paz, en casa tengo las mías; y
cuando se está midiendo escuchamos decir: una cuarta, un jeme o un palmo;
también para iniciar cada partida hay que lanzar la metra, para intentar quedar
más cerca de la hueca, de la troya o de la raya limitadora y los jugadores
dicen: raya o te pasaste de la raya, me toca a mí primero, quedaste de último…
En mis tiempos de infancia cargábamos las
metras en botellas o en múcuras, y todo lugar era propicio para hacer la hueca
y comenzar a jugar… Esos momentos se hacían casi interminables, jugábamos bajo
la sombra de algún mango, mamón, merecure, cotoperí, o en el patio de la
escuela en el receso, en el solar de nuestras casas, o en algún recodo de la
calle, sin importar si hacía madre solazo o si caía tremendo aguacero… Ahora
miro y escucho a los niños, mientras realizan esos mismos juegos de mi
infancia, y pienso y siento que siempre los niños seguirán el sendero de los
juegos y de la alegría… Los observo y quiero que se diviertan con su agilidad
mental y con sus destrezas y habilidades corporales y de inteligencia, con las
reglas que ellos acuerdan, y deseo que en medio de sus entretenimientos no haya
cabida para marañas ni quiriminduñes y tampoco para las groserías de palabras y
actitudes… Ahora vivimos otras circunstancias en días actuales, los niños
cuentan con otras ventajas de vida, pero siguen el curso de los mismos juegos
con algunas variantes, y a ello se suman los nuevos entretenimientos de la
tecnología en teléfonos celulares, en computadoras y en videojuegos… Escribo
este canto por los juegos de los niños, y que los jueguen sin marañas ni
quiriminduñes y sin groserías de ningún tipo…