No olvido los mandados
Cuando salía de casa a hacer algún
mandado, era muy frecuente que me quedara entretenido mirando alguna cosa, y mi
mamá me regañaba y algunas veces me daba correazos… Me entretenía mirando a
Luis Hurtado pintando los cartelones, donde anunciaban las películas que iban a
proyectar ese día, también me quedaba mirando a otros muchachos jugar con
trompos o con metras, y hasta entraba a un sitio en el centro, donde jugaban
pool y billar, me asombraba mirar cómo los jugadores de billar hacían maniobrar
las bolas, las hacían saltar, girar, devolverse, y cómo usaban las bandas para
efectuar las carambolas, después leí que el billar se inventó del juego de
bochas o bolas criollas, como se le dice aquí en Venezuela…
No olvido los mandados, porque los
retrasos me detenían también en los patios de bolas criollas de los bares en
Calabozo, ahí miré a jugadores finos, que bochaban, marraneaban, hacían
distintos toques de bola y arrimaban, y los finos jugaban apostando dinero,
mientras escuchaba las canciones que sonaban en las rockolas, y sobre todo eran
canciones rancheras, que hablaban de cuitas y despechos, todavía recuerdo
letras de unas cuántas de esas canciones…Y tampoco olvido los mandados, porque
sobre todo me gustaba, cuando me daban la ñapa de caramelos, refresco,
catalina, perinola, trompo o tantas cosas similares en precio, las ñapas más
pequeñas eran algún pedazo de queso o un caramelo…
Y sobre todo no olvido la vez que mi hermana
Pina, nos mandó a Asdrúbal y a mí a sellar un cuadro de apostar a los caballos,
fue un sábado, cuando apenas empezaba a oscurecer, y nos quedamos entretenidos
mirando jugar bolas criollas en el patio del bar, donde también sellaban los
cuadros, no nos dimos cuenta y ahí estuvimos hasta después de las nueve de la
noche, y cuando íbamos de regreso, en una media cuadra vimos un toro, nos
asustamos y nos fuimos corriendo hasta la casa, llegamos y dijimos que el toro
echaba candela por la boca, y a nosotros y a todos los que estaban en la casa,
mi mamá nos reunió para que rezáramos un rosario, y nuestra mentira del toro
que botaba candela por la boca, nos salvó del castigo de los correazos…