Mostrando entradas con la etiqueta No olvido los mandados. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta No olvido los mandados. Mostrar todas las entradas

miércoles, 26 de junio de 2013

No olvido los mandados


No olvido los mandados

     Cuando salía de casa a hacer algún mandado, era muy frecuente que me quedara entretenido mirando alguna cosa, y mi mamá me regañaba y algunas veces me daba correazos… Me entretenía mirando a Luis Hurtado pintando los cartelones, donde anunciaban las películas que iban a proyectar ese día, también me quedaba mirando a otros muchachos jugar con trompos o con metras, y hasta entraba a un sitio en el centro, donde jugaban pool y billar, me asombraba mirar cómo los jugadores de billar hacían maniobrar las bolas, las hacían saltar, girar, devolverse, y cómo usaban las bandas para efectuar las carambolas, después leí que el billar se inventó del juego de bochas o bolas criollas, como se le dice aquí en Venezuela…
     No olvido los mandados, porque los retrasos me detenían también en los patios de bolas criollas de los bares en Calabozo, ahí miré a jugadores finos, que bochaban, marraneaban, hacían distintos toques de bola y arrimaban, y los finos jugaban apostando dinero, mientras escuchaba las canciones que sonaban en las rockolas, y sobre todo eran canciones rancheras, que hablaban de cuitas y despechos, todavía recuerdo letras de unas cuántas de esas canciones…Y tampoco olvido los mandados, porque sobre todo me gustaba, cuando me daban la ñapa de caramelos, refresco, catalina, perinola, trompo o tantas cosas similares en precio, las ñapas más pequeñas eran algún pedazo de queso o un caramelo…
     Y sobre todo no olvido la vez que mi hermana Pina, nos mandó a Asdrúbal y a mí a sellar un cuadro de apostar a los caballos, fue un sábado, cuando apenas empezaba a oscurecer, y nos quedamos entretenidos mirando jugar bolas criollas en el patio del bar, donde también sellaban los cuadros, no nos dimos cuenta y ahí estuvimos hasta después de las nueve de la noche, y cuando íbamos de regreso, en una media cuadra vimos un toro, nos asustamos y nos fuimos corriendo hasta la casa, llegamos y dijimos que el toro echaba candela por la boca, y a nosotros y a todos los que estaban en la casa, mi mamá nos reunió para que rezáramos un rosario, y nuestra mentira del toro que botaba candela por la boca, nos salvó del castigo de los correazos…