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martes, 8 de julio de 2014

Andanza por nuestro idioma 148



Andanza por nuestro idioma               148

     De la lengua germana bank formamos banco; uno de sus primeros significados es asiento, silla, taburete; en nuestra lengua con esa palabra nombramos bancos de peces, bancos de sabana; también a la entidad comercial que trabaja con capital ajeno le decimos banco, y a la suma de dichas entidades le decimos bancos o la banca…    
     Aquí, allá y en todas partes siempre algo le solicitamos a Dios y no siempre le agradecemos por cada don que nos ha otorgado y mucho menos nos preguntamos, si Dios descansa, y si descansa, no sabemos cómo, cuándo y en dónde hace sus altos en el camino… Yo sé que Dios descansa, porque aquí en Calabozo tiene un lugar para el reposo… En la calle 6, entre carreras 5 y 6, ahí sabemos los calaboceños que están dos grandes bancos de adobe, y en ese lugar un sábado en la tardecita me encontré a Dios dormitando recostado de uno de esos bancos; no hice ruido, para no despertarlo, me quedé feliz y en silencio, escuchando una dulce canción que entonaba el coro de ángeles que lo rondaban… A uno de los ángeles le pregunté por qué había tantas diferencias entre las personas… Otro me dijo que me ocupara en emplear toda mi voluntad para prodigar bondad, alegría y fe… Y un tercero me hizo comprender que ayudamos a Dios, cuando dejamos de pedirle cosas banales y cuando nos damos a los demás en palabras sinceras y en buenas acciones… De pronto Dios despertó y apoyándose en el banco, me dijo que no lo viera a la cara, porque si yo eso hacía, yo moriría de inmediato; también me dijo que su nombre es todos los nombres, y que su rostro es todos los rostros y con el calor de todos los fuegos; asimismo me dijo que cada persona tiene una misión por cumplir en la vida, y que cada quien debe aprender a descubrir cuál es la misión que le corresponde llevar a buen término, sirviendo al bien y con alegría, y solo de esa forma la persona está en comunión con Él… Luego se fue flanqueado por el grupo de ángeles que seguían cantando dulcemente… Ese sábado fue un regalo divino que ahora les ofrendo, y cuando menos lo sueñen, ustedes pueden sorprenderse en estos bancos o en el lugar más inesperado y con el momento cuando Dios baja a la tierra a descansar; y así como Dios descansa recostado sobre uno de estos dos bancos en la calle seis de Calabozo, también puede hacerlo en cualquier otro lugar, porque todo sitio  en el mundo es tierra de Dios…