Un prodigio, algo misterioso y
maravilloso
En una mañana del mes de abril de 2013
regaba las plantas, y miré que apenas ahora estaban madurando las ciruelas en
el patio de mi casa, sin embargo agarraba algunas de la mata o recogía otras
del suelo y me iba comiendo, y mientras regaba, me llegó el recuerdo de cuando
tenía seis años y vivía con mis abuelos maternos en una casa de barro, a
orillas del río, en El Picacho, un barrio de San Frenando de Apure, y la
memoria me hizo mirar aquella mañana lluviosa de agosto, cuando el río llegaba
hasta la cerca del patio del frente de la casa; el día anterior mi papá (abuelo
materno) había comprado jojotos, y muy temprano con el amanecer se había
ocupado en pelar las mazorcas, cortarlas y yo le ayudaba a moler, en una vasija
recogíamos el yare que botaba el maíz por donde iba el mango de la máquina de
moler…. En algún momento salió mi mamá (abuela materna) de la cocina, y me dio
una peseta de plata de dos bolívares, para que fuera a la bodega a comprar dos
huevos, un kilo de azúcar y un real de leche en polvo, tomé la moneda en mi
mano derecha y salí brincando y corriendo, y en uno de esos brincos la moneda
se me salió de la mano y fue a caer al cauce del río, regresé y le dije a mi
mamá, me regañó muy duro, y me dio otra moneda de dos bolívares, y con ella
bien agarrada en mi mano derecha, me fui a hacer el mandado…
Ya habían cesado las lluvias, era el mes
de marzo y el cauce del río era un hilito, y una mañana bajé por el barranco y
me llegué hasta la orilla del río, ahí me agaché con nostalgia de que las
toninas no salían en esta parte del río frente a la casa, pero cuando estaba en
ese sitio mirando el vaivén de las aguas del río, de pronto vi que algo
brillaba, me pareció ver la moneda de dos bolívares, dejé que las pequeñas olas
se volvieran a retirar, y sí, ahí estaba la moneda, metí la mano y la agarré,
tenía una manchita amarilla por el lado de la efigie de Bolívar, la miraba y
sonreía y me fui corriendo hasta donde estaba mi mamá y le di la moneda, y le
dije que esa era la moneda que se me había escurrido de la mano, cuando ella me
mandó a la bodega a comprar los ingredientes para preparar la masa de las
cachapas, a ella eso le parecía imposible, y cuando llegó mi papá y le dijimos
mostrándole la moneda, él dijo que eso era un prodigio, algo misterioso y
maravilloso…
No hay comentarios:
Publicar un comentario