martes, 21 de septiembre de 2021

 

Cuentos para entretener            6

Ediciones Germika, S. A., publica, en México D. F., la novela Siddharta, obra escrita y editada en 1.922 por el escritor suizo Hermann Hesse, y en esta edición leemos en la página 11: Siddharta creció a la sombra de la casa, bajo el sol a la orilla del río, junto a las barcas... Mi mamá Cecilia Filomena nació en Casita de Paja, el 22 de noviembre de 1.922, y yo nací en Villa de Todos los Santos, el domingo a las once de la mañana del 15 de marzo de 1.952, año bisiesto, bajo sombra de la casa que estaba ubicada entre calles 4 y 5, en la carrera 5, que bajo el sol lleva al río Guárico, a donde llegaban canoas, curiaras, bongos, chalanas y barcas; en El picacho recuerdo desde mis seis hasta mis ochos años de edad, ahí no sé cuántas cosas miré y escuché a la sombra de la casa, bajo el sol a la orilla del río Apure, junto a las barcas; bajo la sombra de la casa colgaba mi chinchorro y en las mañanas y en las tardes me acostaba y me mecía y me entretenía mirando los agujeritos del techo de cinc, por donde se filtraban rayitos de luz como goteritas, se formaba un cono desde la lámina de cinc hasta el suelo de tierra y miraba cómo se filtraban y danzaban pequeñas partículas en el aire; eran tantas las cosas que sucedían bajo el sol a la orilla del río y también en las sombras de la noche oscura, si era momentos sin luna o de noche límpida y clarita, si era noche de luna, y también miraba las distintas embarcaciones que subían o bajaban por el río;  yo jugaba en alguno de los patios, me entretenía con cualquiera de las tantas cosas que me distraían: el paso moroso y húmedo de las guaruras, el surgir y zambullir de las toninas, la llegada en el día de las libélulas, con latas vacías de sardinas que convertía en volteos para cargar tierra, y en las noches cómo me alegraba siguiendo con la mirada las lucecitas movedizas de los cocuyos o luciérnagas... A orilla del río frente a la casa miraba el río en sus crecidas o bajadas de aguas, en tiempo de lluvia recuerdo la vez, cuando llovió tanto, que el río se volvió terroso de aguas revueltas y miramos cómo arrastraba cosas y animales muertos patas arriba, estábamos mi papá, mi mamá, mi prima hermana Aleida y yo frente a la casa y miramos cómo el río arrastraba agua abajo una chalana, el forcejeo y halar de la corriente era tan fuerte que reventó los mecates de las amarras y soltó la chalana; mi mamá tenía un altar a Jesucristo, a la Virgen María y a los santos, y cuando empezaban los truenos que retumbaban cómo tambores de gigantes, escuchábamos a mi mamá, mientras recogía la ropa tendida en la cuerda de alambre: Ave María purísima, Santa Bárbara bendita, San Bartolomé, y además cruzaba dos machetes en medio del patio delantero de la casa frente al río...

                                                                    Adelfo Morillo     

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