Winston Mitchell
In memoriam
Esta memoria añeja viene
desde mil novecientos sesenta y cuatro, desde la Sastrería La Nacional, frente a la Panadería La Maravilla, yo era en esta sastrería muchacho de oficio y
aprendiz de costura, y también había una sucursal de esta sastrería frente a la
Librería Buenos Aires, y en esa
sucursal de la sastrería comenzó a trabajar Winston Mitchell de aprendiz de
sastre, él estudiaba primer año de bachillerato en el Liceo Humboldt, cuando este estaba en la calle
5, Bolívar, con carrera 13; al poco
tiempo la sucursal se unió a La Nacional
frente a La Maravilla, aquí era dueño
y sastre Piero, y de allá se vinieron el hermano de Piero, Antonio, sastre también;
Alonso, pantalonero; y Winston; a la sastrería llegaban paisanos de estos
sastres, por lo que trabajábamos en medio de conversaciones en italiano y en
castellano; una mañana fue el profesor de inglés, que le daba clases a Winston
en el Liceo, y Piero le dijo al profesor que le hablara a Winston en inglés, y
fue así como hablaron en inglés, recordemos que Winston había venido de Trinidad
con sus padres y hermanos.
A esta fecha son 51 años de
Winston en labores de sastrería; los italianos se fueron y Winston se quedó al
frente de su propia sastrería, yo estuve trabajando con él hasta el año mil
novecientos setenta y dos, cuando me fui a Mérida a estudiar en la Universidad de Los Andes… En la sastrería
tomamos medidas, cortamos, cosemos, tejemos ojales, zurcimos, y todo eso es un
arte, hasta hacemos zurcidos invisibles; se corta pantalones, camisas,
chalecos, liquiliquis, sacos o paltós, también faldas, blusas, vestidos y
shorts; luego cosemos, rematamos y al final planchamos.
En la sastrería aprendemos
una buena labor, cosemos a mano o a máquina, mientras conversamos, escuchamos
música, conocemos gente, y se hace un trabajo de sastrería que cada día es más
escaso…
Era muy característico de Winston que
mientras cortaba o cosía, estuviera cantando, con el don que tenía de una buena
voz; solo así te recuerdo, amigo, con tus añoranzas de haber querido seguir tus
estudios, con tu gusto por aprender, y por eso eras lector, y hasta testarudo
porque se le diera los apropiados usos a las palabras en la conversación; y lo
que poca gente sabe, Winston, hablabas y leías en inglés, en castellano y en
italiano.
Carlos V decía que hablaba
francés con los hombres, italiano con las damas, y reservaba el castellano para
hablar con Dios; no dudo de que ahora en castellano estarás hablando con Dios,
y le estarás rogando para que los hombres y mujeres, que habitamos en este
mundo, nos encontremos en el amor y la fe, y así podamos convivir en el verdadero
reino de Dios, que es de amor y paz…
Adelfo Morillo
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