miércoles, 23 de septiembre de 2015

Tras de una vida sencilla 20


Tras de una vida sencilla                       20

       Mientras dura la luz del día nos estamos ocupados en distintas cosas, no tenemos el sosiego para reflexionar con nosotros mismos, mas cuando declina el sol y llega la noche, poco antes de acostarnos a dormir podemos apartar un momento para ocuparnos de nuestro espíritu, y ahí a solas escuchamos nuestra voz interior, que nos dice cuán imperfectos somos, y nos da sosiego para seguir y para no cejar en la idea de ser mejores personas cada día, también nos habla de que en el mundo hay sufrimiento y dolor, y es ahí en ese momento, cuando hurgamos en el amor que nos aclara y vence nuestros titubeos, y con nuevas fuerzas y con fe podemos elevar una oración serena y sencila por el bien de nosotros mismos y de todos nuestros semejantes, y luego ya podemos tendernos a dormir.
       Dios nos habla en la presencia cotidiana de los pobres, de los más necesitados, todos tenemos derecho al pan de cada día y a toda palabra que nos viene de Él; nada hacemos atesorando capitales materiales, el dinero en abundancia nos pierde; Dios nos habla en los capitales de espíritu, en la luz del sol que nos da cada forma de vida, en el canto maravilloso de los pájaros, en el ciclo del agua que sube y baja y corre en los riachuelos, y así entendemos que la vida es una rutina o una repetición de sucesos, y entonces no podemos cansarnos de hablar las buenas palabras llenas de amor y de fe; la maldad existe, mas tengamos fe y roguemos, porque a esa gente que anda en la maldad, de una en una les podamos hacer llegar la luz de Dios, y cambien y empiecen a vivir el mundo del amor, de la bondad y de la belleza, que es como un cielo de cocuyos y luceros…
Adelfo Morillo

  

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