Tras de una
vida sencilla 15
Si andamos ya muertos con
la mentira, entonces nos valemos de tretas engañosas y de artimañas; mas si
andamos en el camino de la verdad, pensamos, sentimos y vivimos con ideas
transparentes y cristalinas.
Yo me alegro por los seres
humanos, hombres y mujeres que desde niños empezaron a andar por el camino de
la verdad, si tuvieron dudas, las vencieron, y supieron superar sus temores, y
discurren día tras día a lo largo de su existencia, y ni en un ápice se
apartaron de la auténtica senda; yo, desde mis primeros años de edad, recibí el
acicate de mi papá, él cada día me hablaba de la honradez, mas fui creciendo y
comencé a cometer tantas faltas reñidas con el pudor y la vergüenza, y a mis
años presentes desde hace poco tiempo empecé a sentir la única esencia del amor
de Jesucristo, este amor que prodiga infinitas manifestaciones de bondad y
belleza.
Me alegro y roguemos por
hombres y mujeres que desde sus primeros años eligieron el camino de la verdad,
y hasta el último aliento de sus vidas nunca se apartaron de esa senda, y
roguemos porque cada día nazcan más seres humanos de esa esencia, y roguemos
más aun por los que en algún momento de sus vidas, se apartan de la senda
equivocada, y empiezan a vivir en el camino de la verdad, y tratan de no
separarse del bien y de la belleza, porque estas son dos de las tantas y
auténticas manifestaciones propias del amor.
No olvidemos que venimos de
la naturaleza, y como seres vivos nacemos, crecemos bajo el sol, fluimos con
los ríos, nos bañamos en sus tornadizas aguas; el sol nos da brillo y color, y
nuestros ojos miran tantas cosas en los diversos paisajes y en los distintos escenarios
del convivir cotidiano; vamos creciendo casi siempre al abrigo y cuidado de
nuestros padres, y el aliento sutil recorre nuestros cuerpos, y nuestros
espíritus retozan en el calor de nuestra esencia orgánica; y afortunados somos
por ese momento, cuando el milagro de amor y de fe llega a nuestro espíritu y
sabemos darnos cuenta, y también bienaventurados
somos, si a partir de entonces nos
consagramos y comenzamos a darnos, a dar y a servir.
Adelfo
Morillo
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