¿A quién le amarga lo
dulce?
En el llano usamos el refrán ¿a quién le amarga lo dulce? Y me
recuerda el título de la novela Como agua
para chocolate, escrita por la mexicana laura Esquivel… Y a mí me gusta
bastante el quesillo, entre la variedad de dulces, porque he comido dulce de
lechosa, patilla o sandía, tomate, higo, de leche, frijol, batata, auyama,
zanahoria, de mango, mamón, pero entre todos la gran exquisitez es el dulce de
huevos de tortuga, terecaya, galápaga o de huevos de baba… Mi mamá en El
Picacho, en San Fernando a orillas del Apure, y aquí en Calabozo lo preparaba,
la recuerdo cuando echaba en una totuma unas tres docenas de huevos de tortuga,
que mi papá había matado en la casa, luego prendía la leña en el fogón,
colocaba sobre las topias el caldero, ahí iba echando las yemas, le agregaba
agua y panela, y empezaba a remover con la paleta de madera, atizaba el fuego y
cuidaba de que no tuviera fuego en exceso o muy poco, y batía y removía hasta
cuando daba el punto, en ese momento retiraba los tizones y terminaba batiendo
al rescoldo de los carbones, y finalmente retiraba el caldero con esa delicia
de manjar…
A mi papá le encantaba todo tipo de dulce,
recuerdo que cuando llegaba de castrar una colmena, llenaba una totuma de miel,
y se la tomaba de un solo trago muy largo, hasta cuando dejaba la totuma sin
nada de miel, y no le repugnaba, y tampoco se ahogaba, la miel no le hacía
bomba en la garganta; y en diciembre cuando mi mamá hacía carato, le daba la
totuma llena y él se la tomaba y le pedía más, diciéndole Catana, ¿no queda otro
poquito?, y mi mamá le volvía a llenar la totuma de carato…
En la casa todos comíamos todo tipo de dulce, hasta a las caraotas negras y a
los frijoles le echábamos azúcar o panela, solo al paloapique no le agregábamos
dulce; recuerdo que comíamos batido, melcocha, alfeñique y chupábamos los tejos
de los matajeyes que mi papá había ahumado y tumbado...
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