Tiempo de vida
Domingo, del latín dominicus dies, día del Señor en significación cristiana, y los
católicos asumen el deber de acudir a misa cada domingo para honrar y alabar a
Dios… Yo soy católico y lector de los evangelistas, y ellos nos escriben que
Jesús dijo que para hablar con Dios basta con tomarse un sitio y un momento a
solas, que no hace falta ir a misa, que tal acto es opcional de la persona
creyente… Yo sí voy a misa con respeto y escucho con atención, para intentar
llevar a la práctica los mensajes de bien que en ella dice el sacerdote, pero
no soy asiduo asistente, porque agradezco a Dios y converso con Él en algún sitio
y cada día…
El domingo huele a fiesta, a Eucaristía, a
bautizos, comuniones, confirmaciones, y a tantas otras cosas gratas o ingratas…
En todo lugar el domingo para los niños y jóvenes y para los adultos también es
juegos, trompos, papagayos, cometas o volantines, metras, y ahora lo llenan de
videojuegos, de facebook, twit, e-mai, mensajes de texto, chateos y demás
innovaciones de la tecnología telefónica y computarizada…
Hoy domingo antes de sentarme a escribir
estas líneas, leí un momento el libro que comencé ayer en la tarde Ana en Venecia, cuyo argumento es la
historia de varios personajes que confluyen en Venecia, y entre ellos Ana, la
criada de la familia Mann, a que pertenece Thomas Mann, narrada y descrita por
el brasilero Joao Silvério Trevisan, periodista, guionista de películas,
traductor…
El domingo para mí se viste de cualquier
cosa que me produzca agrado y alegrías; puedo estar en una piscina, en la
orilla de un río pescando y bañándome, o quizás miro algunas películas, leo, escribo
o escucho música; puedo irme de pase o de viaje con María y Fabio, o también
tengo visitas de mis hijos que vienen de Caracas o de San Cristóbal, y entonces
pasamos el día jugando dominó y cartas; en buen castellano empleo el ocio
dominguero para no fastidiarme, sino para sumar momentos alegres a mi tiempo de
vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario