Tomás Morillo
Era mi
abuelo materno, me crió junto a mi abuela, Catalina Morillo; yo los llamaba
papá y mamá… Él nació en La
Tigra , a finales del siglo 19, nos contaba que él desde niño
fue creciendo y aprendiendo los oficios de cazar, pescar, sembrar, cosechar,
pero igual fue aprendiendo otras tantas labores urgido por la necesidad, o por
su propio interés para aprenderlas y desempeñarlas… Yo recuerdo que él
trabajaba carpintería, albañilería, realizaba oficios de ribera (hacer canoas,
bongos, falcas, reparar chalanas), también hacía trompos y zarandas, curaba
tabaco, con machete y hacha tumbaba rozas, navegaba en curiara, tuvo trapiche y
quesera, ordeñaba, castraba matajeyes y colmenas, y además de estas faenas
aprendió a tocar arpa… No lo olvido, porque cuando yo era muchacho, él iba
conmigo al monte a buscar madera para horcones, canoas, o para hacerme los
trompos, me enseñó a bailarlos y a tomarlos bailando en la mano, también quiso
que yo aprendiera a tocar arpa, pero no logré aprender, me contaba tantos
cuentos, me llevaba para todas partes a visitar familiares o sus conocidos,
andábamos a pie o en canoa, cuando navegábamos el Apure, él canaleteaba y yo
palanqueaba, algunas veces salíamos de mañanita a tumbar rozas y llevábamos de
bastimento frutas o pan, catalina y queso blanco de cincho, anduvimos en
chalana cargada de ganado, patillas, tortugas, víveres o de algodón… Cuando
caminábamos o andábamos embarcados me contó no sé cuántos cuentos, y siempre
concluía cada cuento reafirmándome la idea de que las personas pueden nacer y
vivir pobres, pero que sobre todo se debe ser honrado… Él se fue físicamente de
nuestro lado, y vivo haciendo todo lo que sé con honradez, por mí y por todos
los recuerdos que de él perduran conmigo…
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